martes, 23 de diciembre de 2014

Galaxias

Anoche, mientras intentaba dormir, me visitaron intensamente sus relatos. Antes habíamos hablado un rato por teléfono, y sus palabras, se convirtieron en un profundo eco, que alcanzaron mis sueños. Es que nuestras conversaciones, no estaban formadas por meras palabras, por fonemas heredados, muertos, ausentes de la experiencia. En nuestro vínculo, esos fonemas eran como naves. Naves espaciales poderosas, capaces de atravesar la incomprendida dimensión de la individualidad. Viajaban a través del tiempo de nuestra propia biografía, rompiendo la lejanía de la interpretación asociativa, y llegando, al núcleo de la sensación original, al centro de la experiencia real. Yo, me hacía dueña de sus relatos. Yo vivía sus relatos con mi propia sangre, latiendo en mi propia encarnación.