sábado, 20 de julio de 2013

Cuarzo

mi vida se va desvaneciendo un poco todos los días, como harina en un campo de sueños, mojado, salpicado por el delirio de las estrellas, por el afán de ser de todos los que me rodean.  mi charco se expande, va incluyendo cada vez más, mi esencia se confunde, se pierde, se vuelve extranjera en su propio universo. una extraña en su propio universo que lo ocupa todo. y de dónde vengo si no soy de aquí? de este lugar que lo ocupa todo? no soy del todo, y quién se despierta para hacerse cargo, para abrir sus manos, y hacer brotar respuestas? nadie, el verdadero responsable de todo. amor a mi hermano a mi madre a mi padre, a la flor del jardín, amor a mis hijas muertas -sin orden de prioridades-.
 dónde habitan cuando el corazón es sólo un hogar imaginario? yo no quise olvidar, aunque toda mi vida sea la copa que se levanta después de brindar con el infinito, brindis, brindis de amnesia. el elixir en la montaña, el elixir congelado en la pirámide de nieve. mis ojos son mi horizonte, me arrastran, estiran mi vida y la estela de mi alma va pintando el mundo, esparciendo los óleos de mis dolores, derramando mis esfuerzos por cambiarlos. un enchastre cósmico, un sin sentido, un intento de nacer con forma, un intento de delinear sentido, forma, belleza.
 un ejercito antiguo, una larga procesión sin tiempo, me empujó a estas tierras, y su envión frenético me salpicó de estos barros, que ahora creo míos mientras se filtran en mi sangre, gota a gota en una danza celeste, gota a gota intentando recordar de donde se conocen, el barro y mi sangre. la tarea es recordar. hermanos de otras eras, se reconocen en la condena, como espejos rotos, distorsionando reflejos, olvidando el alma, silenciando el estruendo de la fuente primordial. oídos tapados por la singularidad de estos pasos, estos pasos temblando por el mundo, esculpiendo algo que creo ser yo, esculpiendo algo que siento que soy yo, una dependencia del tiempo, un colgante del cielo eterno, una soga pudriéndose sigilosa, la inteligencia del engaño, la gran estafa de la ilusión. oasis y desierto, resginificándose el uno al otro, dándose identidad mutuamente, amándose en la distancia de ser otro, la distancia de ser otro. la creencia, la religión del individuo, el altar del yo, y su fuerza y su fatiga, eje del movimiento, eje de lo eterno.
 nuevo paradigma, abriste los ojos! te asustó la luz, la luz que hiciste brillar hace mucho tiempo, tanto que no era posible no olvidarle; te confortó la oscuridad, como un útero vencido, con una promesa imposible. recolectaste vampiros, más vampiros. ese imán fue tu compasión, ese imán fue tu corazón, tu alma de sol, tu estrella antigua, radicando en el centro de cada una de tus células, disfrazando la inmensidad con lo diminuto. y sentiste tanto amor, que moriste. el amor, la daga de la respuesta, el reloj derretido de la espera, la isla disuelta, inundada, el triunfo del océano. la idea como un capullo se abrió en la flor de la emotividad, los pensamientos se volvieron pétalos, color, olor, suavidad, abrazos. muerte y nacimiento, hermanos de la mano, cómplices de la creación, gemelos hermosos, maestro y discípulo, giro giro giro.
bendigo este segundo, bendigo este segundo, y exonero al dolor, los exonero, los libero, los libero a todos. los entiendo partículas de mi misma, dispersas en el laboratorio de mi mente, y los amo. entrego mi corazón. qué importa a dónde? llegaremos de todas formas. estamos juntos.

jueves, 20 de junio de 2013

Ustedes

Tú dime, pedazo del todo
Tú dime como ser valiente
Tú que te has animado a ser,
y vibras entre los cántaros de tu carne,
entusiasmando como un sol,
mientras te extiendes en miríadas de pasos.



Navegante de la existencia,
vagabundo celeste,
gimoteando entre las estrellas,
¿entiendes qué dicen sus luces?
Ojos en el firmamento que insisten en mirarnos.
El aliento de sus almas, viaja en sus rayos,
y nos penetra, nos incluye,
rompiendo la separación de eras,
desmintiendo a los millones de años,
que nos han distanciado.
Caricias de brazos lejanos,
que nos recuerdan quienes fuimos, quienes seremos,
mientras el tiempo rueda, se inventa.

Tú dime, dulce cedro antiguo,
estaca de verdosas cabelleras,
soldado de la contemplación.
Dime si es verdad que todo lo que se ha separado,
lo ha hecho sólo, para unirse después.
Dime si la muerte es el mito entre los vivos,
y detrás de ellos, una copa eterna
que no hace más que cambiar los mismos contenidos.

Tú muchacha, peregrina en el templo oscuro,
embriagada de destino,
flameando y buscando más,
animándote a subir la velocidad,
en la carretera del Ser.
Dime si puedo participar contigo en este instante infinito,
mientras sostengo tu mano cándida y sincera,
mientras que mirar tus ojos es levantar vuelo,
abriendo el cielo,
despojando cadenas de antiguas creencias de un yo absoluto.
Dime si es posible que en este segundo,
lo mío sea tuyo y lo tuyo sea mío,
y que el peso detrás nuestro,
sea un río turbulento,
que observamos pasar,
mientras reímos juntas en la orilla.

¡Ustedes, díganme! Personajes del sueño,
invitados de Dios,
fieles, creyentes, leales, insistentes,
piezas mágicas del infinito crujiente.
Díganme que este malecón por el cuál se asomó la vida,
es digno de esperanza.
Que todo el vértigo que me provoca mirar la inmensidad del mar,
es mi amuleto, mi morada en construcción,
mi deber de transmutación.
Y díganme, que ustedes, señales en el abismo,
pájaros de buen augurio,
estarán allí de nuevo,
en el gran principio,
en el gran final.

domingo, 28 de abril de 2013

Rezo en la plaza


¿A dónde va la música que no me atraviesa?
¿Cuál es el eco invisible de sus brazos? ¿Dónde, dónde encontrarlo?
Mis sensaciones son murallas, antiguos rezos, moribundos, intuyendo el final.
Grito silencioso, castillo filoso, ¿por qué me mordés mientras retenés a mi destino?
Sabio destino, eslabón del plan divino
No mes des sólo palabras, pesadas como lentas barcas en el océano del existir.
-Palabras: ¿alas o anclas?-
Prisionera de existir, escuchá la voz que te dice: “rompé cadenas”
Rompé cadenas en nombre del amor.
Amor, martillo, liberame.


Estoy en el vértigo de saber, lo imposible de No-Ser.
Ruidos de engranajes, imágenes en movimiento.
Columpio del tiempo, recordá al Sol cuando estés en lo alto
Entregate en sus rayos, crecé con ellos en la curiosidad de crearse infinitos
Y recordá a tus raíces cuando ya estés tan lejos, que no las veas más
Llevá sus voces, embellecidas y sutilizadas, ahora tuyas, ahora nuestras
Belleza, contraseña que abre el sentido,
que ilumina el crepúsculo de la incertidumbre.
Chistes, bromas, risas, aplausos.
Este es mi anhelo, este es mi rezo en la plaza.



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Estruendo kármico,
aún no brillas,
pero luces como un sol que quiere nacer.
Luces como los planetas que te quieren ver.
Tu mente es una galaxia en expansión
Tus hijos, aún ausentes, son tu motivación.
El amor, que todavía no conoces, se deja intuir.
Danza celeste ¿Dónde estará mi choque?
Colisión dadora de vida, tejiendo virtud,
en el entretiempo de tu aparición
Espero por la unión de las serpientes, espero en el atardecer rojo.
La muerte reciclando vidas, decide.
Espero, mis ojos no dejan de soñar -mientras caprichosos delinean un camino-

miércoles, 30 de enero de 2013

Reina

-No estás conmigo, y te extraño, y aunque no te vea, sé que estás acá-

No creo que exista algo más que yo
Y aquellos objetos, de naturaleza muerta, vegetal o animal,
que desfilan como nubes en una tarde de viento, en este telón pastel de existencia,
no los considero más que sólo una expresión de mis deseos o de mis antideseos (principio de polaridad)
No me fío de los límites de la distancia ni del tiempo.
Y si puedo evitar ese ávido deporte de la comparación, lo evito con la astucia de un dios de mil manos, para romper todos los espejos, todos los proyectores de mis pulsiones.
Y me quedo con mi alma, flotando en el paisaje que dibuja esta ventana del tren que siempre se va, que siempre siempre se está yendo, aún así, cuando se detiene en alguna estación para seguir arribando a más, que vienen, de donde ya estuvimos antes, y de dónde estaremos después (cambiando ropas, cambiando nombres, cambiando pieles, en el tren de la serpiente.).
Me quedo con la indiferenciación de la carne, y de la tierra que la creó,
en el olvido de la sangre, en el desinterés por lo atractivo de su color.
Me convido de mi misma y me invoco, sólo a mi, no dejo que nada se interponga.
Me invoco a un largo viaje al océano sin tiempo, me invito, al eterno retorno.
Y los peces que me visiten allí, e incluso a aquellos que se conviertan en mi alimento, no los consideraré más que rayos que alguna vez, se desprendieron de mi misma, que soy el Sol, y que ahora, vuelven a mi, para seguir contribuyendo en gratitud, con esta luz que los infundió de vida y de vigor.
No tengo miedo, y no porque haya vuelto a ignorar (pues créanme que ya no es posible, para mi conciencia de fuego, despierta como un ave en pleno vuelo, olvidarse de la muerte)
Sé que este océano que hoy, como una gran madre azulada y generosa, me nutre de alimento y de destino, mañana, será la misma despiadada invencible que me arrebate en un ahogo, el charco que parecía extenderse infinito con los juegos de mi memoria.
¿Y cuál será la importancia de la inmensidad del mar, cuando mi vida se hunda en ella?
Seguramente, tendrá el tamaño de mi muerte y las sensaciones, que conlleven esa muerte. Como ahora, tiene el tamaño de mi vida, de la imaginación de mis colores, de mis acordes.
¿Y cómo es tu mar? ¿Y qué música componen sus olas?

martes, 29 de enero de 2013

Crisálidas

Yo ya no soy vos
Me desperté acá, y la cama, ya no era más de carne
Quedaban sólo restos de pelaje seco, como una alfombra de polvo
Como un tapiz de recuerdos, un bordado de silencios
Levanté a mis manos como a espejos, para reconocerme en ellas
Eran las manos de un feto, todavía flotaban, en un globo onírico de alimento
Y me pregunté, si los límites de esta tierra embarrada en sueños,
¿no eran acaso ese horizonte al cuál me arrastraban los vientos, el aliento del dragón nodal?
Esos vientos sacudieron al recién nacido para ver si respiraba (si conspiraba)
Quizás demasiado, quizás lo maltrataron, quizás, era necesario el rigor, para avanzar.

Soy una extranjera sin memoria de su origen, y los objetos de mi mochila, aparentan estar desahuaciados de historias, no revelan vivencias de pasados peregrinajes. Son frascos de neblina sin sabores ni aromas viejos, sólo ocupan espacio, sólo existen.
Aterrizaje forzado, el Sol me obligó a ser Centauro.
Y viajé tanto por esos rayos, que mis ojos, quedaron como ruedas, girando y girando.
Y conocí a tantos en esas vueltas, que desprendí una triza de mi en cada contacto, y la dejé con ellos.
Mi espíritu es un alma de mil hogares, dividida, explosión de identidades
Oceánides madres e hijas, me guardan en sus coronas de burbujas, de mares y edades lejanas.
Aún así, yo conservé mi corazón en una copa (siempre hay una Reina leal como consorte, que extirpa su propia vida, por custodiarlo) y por estoy acá, visible, aún corpórea.
Pero mi cara, nunca dejó de ser gris
Y mis reflejos, nunca dejaron de ser espasmos de estrellas tristes, de estrellas que recuerdan su muerte.
¿Será por eso que brillan tanto en el cielo?
¿Es quizás su brillo, un temblor de súplicas de eternidad, un pedido de auxilio en la vastedad del universo -taciturno por la extensión de sus longitudes-?

Amada estrella, Crisálidas de Hidrógeno, las mariposas de Helio no van a poder salvarte.
No van a poder volar tan lejos, como para arrancarte de tu futuro crepúsculo en la nebulosa de mil colores, el increíble espectáculo, de un final.
No vas a poder negarnos, la belleza de tu muerte, aunque aletees de luz, buscando flores, y buscando hogar, buscando, volver a nacer.
Tu peregrinaje, que acabará algún día, habrá dejado el clivaje de tu ímpetu, recorriendo y creando surcos en el laberinto de Ser (no hay dudas, que yo misma soy un suspiro, de tus intenciones)
Y tu vida, que quizás fue tuya, cuando se convierta en muerte, será nuestra, será de todos.

sábado, 26 de enero de 2013

¿Perdón?

Perdón por ser insistente
Insistente en la melancolía y en el terror
Perdón por no ser creativa y crédula de la veracidad de estas tierras
Perdón, por ver y entender, que sus dominios se me desvanecen como arena de sueños entre los puños cerrados (que también, están hechos de sueños)
Perdón por no esmerarme e intentar pasar, por los pasillos angostos que gobiernan las esfinges, por tenerle tanto temor a la impiedad de sus miradas, repletas de mandatos de castidad, que no puedo cumplir por mis estigmas, por mis leyes. ( la leve conciencia de mortalidad, que te convierte en cobarde y en guerrero hedonista de la supervivencia)
Perdón por no poder dejar de embriagarme de manzanos, de locura roja, de pulpa envenenada, de gusanos, de presagios de muerte, de estrellas diminutas de sexo lejano.
Perdón por tanta volcanidad mental, que inunda y convierte en hogueras, las ciudades que me circundan (las ciudades son ustedes)
Perdón por ser tan egoísta, y no poder transformarme, siendo consecuente y sensible al amor que me une a ellos (a ustedes, a los otros, heraldos invisibles de mi encarnación)
Perdón por no creer ardientemente en el amor que me une a ellos, por no confiarles mi sangre y la fuerza impregnada en mis entrañas, y deliberar entonces aquella fuerza, solamente a salvarlos de mis delirios y de mis prisiones de hipnóticas sensaciones de eternidad.
Perdón porque mis delirios sean los timones sin bisagras, sin dioses guías, sin augurios olímpicos.
Perdón porque, para mi devastado entender, sentir y percibir, la suavidad del pétalo rosado lozano, tenga un valor menos privilegiado, que el ímpetu de la puntiaguda espina, déspota de las regiones que he poblado hasta ahora.
Perdón por no poder salpicar de encanto estos pasadizos que abrió la vida, chorreados de emociones crujientes y vidriadas como lágrimas eternas.
Perdón, por la incapacidad,  por la duda, por los cuestionamientos como cargas de desecho industrial, (obreras soy de mi alma), que atascan y oscurecen, la mirada anónima del horizonte, que quizás promete con sus juegos de luces, mejores caricias, mejores cantos, campos, frutos de tolerable o extático sabor.
Por no poder aplicar notas de belleza, en el estruendo de la orquesta existencial.
Perdón, mi balanza, funciona mal, estos platillos, perdieron la concavidad de la fe.
Pido perdón de nuevo por no haber podido caer en las garras del amor, por haber espantado a los veleros de Venus, que arribaban con tesoros a estas costas. Por la humillación y el rechazo que les concedí.
Perdón por haberme quedado atada en las orillas, en un suspiro, mirando el cielo de ascensión imposible.
Perdón, por la falta de ternura, por el olvido de la luna, por el desprecio al sol.
Por haberme perdido en los bosques de comercio sensual, y bocanadas febriles de placer. Así olvidé al amor, y a vos.
Perdón por tanto vino, y por tantas pastillas. Por las posesiones del arcano XV, por haber sido vocera de su violencia y de su necesidad espectral.
Perdón de nuevo, por no haberme acordado de quien eras, la noche siguiente que estuviste acá. ¿Es que de todos modos no ves, que no recuerdo, en que raíces, están aferradas, estas ramas quebradizas, este otoño infinito?
Ahora soy yo, ese velero, que busca costas libres de desamor, libres de rechazo. Pero la moneda es lanzada una y otra vez, y no siempre, cae con la misma cara, y no siempre, el destino, vibra en la misma nota ( la excelencia de la orquesta, no lo permitiría). Ahora soy yo. Un mendigo en la montaña de hielo, despoblada, inhabitable y muda. Ahora soy yo, creeme, y está bien, aunque yo, no me sienta para nada bien, asxifiada en estos pañuelos de seda.
 Es tiempo de siembra de látigos, es tiempo de arder en el interior de la semilla, una que planté, cuando te dejé entre la frialdad del alero, conectado directamente, con el cordón intravenoso ( intraespiritual) de la soledad.
Es ese tiempo de deuda, no me cabe duda, y pido perdón, aunque no me salve, aunque la redención, sea un ocaso posible, en un alba de mil años.
Perdón, otra vez perdón por no poder cambiar, por quererlo y no quererlo, por no saber si miento.

miércoles, 23 de enero de 2013

resistiendo al alba

orfandad en la entrada del bosque 
retazos de existencias nocturnas, bordean el camino
indiferenciadas con el aullidos de la noche, me observan
los árboles, hablan en el lenguaje del exilio 
gatos blancos de leche ausentes
caminan por sus alfombras de plumas
los mensajes de la paloma se entregaron con su cuerpo
la luna, enmudecida por su luz, susurra brebajes de una estrella antigua
frondosos robles albergan fetos de ardillas y banquetes amnióticos de bellotas cremosas
y me voy dando cuenta que no soy bienvenida 
la aguja recorrió la totalidad del casillero de la madriguera 
ya no soy de este lugar, lo dice el viento, que trae los tiempos del sol
que estoy buscando acá?
la fiesta del útero es una fiesta privada, es una fiesta del recuerdo
ya no hay suficiente sangre brotando del jardín de plata de Selene
un perro enano de ojos de carbón y pelaje de trigo lascivo 
me dispara ladridos de expulsión y vehemente despedida
salgo del bosque por el cordón roto
entro en la avenida de oxigeno infectado y de luz vacía
al cruzar la calle, el pecho amarillo del niño me dice que así es la vida
cuál vida?
la de quién?

lunes, 14 de enero de 2013

El laberinto primordial

Tiene los ojos abiertos en el laberinto vertical. Está cayendo por la pregunta que no acepta ser respuesta. Está mirando al espejo que no acepta ser reflejo. Se siente prisionero en estos pasillos de la nada. Aterrizó en la encarnación como la amnesia de una estrella que murió. Trituró la esencia con las mandíbulas del afán salvaje, con los delirios y los gritos de su bosque de carne que no querían callar. Las criaturas tienen hambre cuando la luna es adoración. Sus dientes de arena, eran un espejismo de oro. Una tentación en el desierto del deseo. Una ilusión óptica en el brillo de la manzana. Una tentación roja, sabrosa.
La fantasía fue arrancada de los suelos de realidad. El paraíso de nieve de algodón y sillones de nube, se fueron por la autopista del recuerdo, como un silbido que revela un pasado invisible, nostálgico, imposible.
 ¿Y cómo resistir temiendo a su sangre? ¿Y cómo reunirla con corazón rebelde?
La senda, ha obligado al coraje, le ha negado la inercia. El águila se ha perdido entre las montañas, se ha quedado sin guía. El corazón ha quedado solo con los tambores de sus latidos. El guerrero ha olvidado su nombre. Los valles se convirtieron en carcajadas, en burlas cósmicas, en destierro. El guerrero ha olvidado su nombre, pero no le han arrancado el corazón. Su brújula bombea en dirección a un camino, mientras su mente, (grillete de flores de ideas, desprende pétalos muertos) belicosa y desconfiada, desahuciada, le entrega su destino. Ahora si, sólo le queda su sangre.

Paquete de Moira


¡Oh! ¡Los dolores se  calmaron! Cubrieron con terciopelo blanco, celeste y rosa el interior de su cabeza. Recordaste el poder de lo suave, como el poder del útero. Te reestableciste, te dio fuerza. ¿Pero qué llaga no descansa en el interior de tu impaciencia? ¿Qué te preguntás, cuando tus pensamientos no mueren? ¿Y por qué anestesiarlos? ¿Acaso el placer, vale más que la verdad? ¿Acaso la verdad, si es dolor, si es castillo de púas, entonces, es inhabitable? Todos viven en el mundo de lo posible, pero lo posible a veces es mentira. Pero lo imposible, lo insoportable, a veces es verdad.
La balanza, sentada arriba de la enorme rueda, no olvida, no deja de medir.

miércoles, 9 de enero de 2013

El toro lunar viaja al océano

Otras veces ya me suicidé
Otras veces tomé ese mismo tren
Caminé por los andenes buscando un nuevo hogar
Me llamaron unas voces entre la gente flotante
Como agudos extraños, melodías desafinadas, desacostumbrada escuché
Les hice caso, confié, confié por necesitar confiar.

Abrí los ojos entre las ramas de una madre
Sentí calor entre el sabor de la leche y la piel
Encontré mi hogar mientras la difusión se aclaraba
La memoria tardó en llegar, pero tejía desde el no entender
Esta prenda tomó forma y tomó ser
¿Cómo destejerla ahora sin romperla?

Intento no frustrar el pasado, intento mantener su nombre
Intento en vano, no he comprendido el misterio
Soy una ilusión danzante, una fuente de sueños de acuarelas
Una pintura de plastilina en el jardín, derritiéndose, bajo los rayos del sol
Un corazón a cuerdas que aún recuerda
Una muñeca rota que perdona a su agresor, es más fuerte su amor
No he podido aceptar a los nuevos pájaros, no comprendo sus lenguajes
Entenderlos sería la muerte, y la muerte sería perderte
No quiero perderte.
¿Me crees si te digo, que quisiera vencer al infinito,
para abrazarte toda la vida?