lunes, 31 de diciembre de 2012

pulseada entre sueño y realidad

¿Y si el tiempo se acelerara,
y volcara sus gotas condensadas,
sobre esta tela gastada que arropa mi alma.
a la que yo llamo mi vida, a la que yo llamo 'yo'?
Las recibiría con cenizas en los ojos.
¿Y mi corazón o mi mente,
cualquiera que fuese,
podría soportar aquella atrocidad?
El abismo escondido,
no revela sus leyes ni sus determinaciones,
no revela su cabal esencia de gula,
ha encontrado el truco del tiempo,
que se desliza como el crecimiento de una flor en primavera,
esculpiendo belleza y suavidad
Marioneta de la muerte,
te he visto desnuda,
he arrancado tus velos
me he salpicado con los fluidos de tus intenciones,
me he escapado de tu mandíbula invencible.
Ya sé que no me queda mucho más.

¿Cómo es que no te diste cuenta,
que estás flotando en un océano sin orillas,
que sos un cajón que se humedece y se pudre
que aún resiste,
pero qué significa 'aún', si no habrá mañana?
Estoy despierta,
en un desierto de tierra infértil,
el cielo explotó con miles de saturnos
y anuncios apocalípticos de neón.
Todos se han ido, nunca han existido,
fueron una ilusión, una sinfonía de sueños y nubes,
que apenas puedo intentar palpar
metiendo las manos del recuerdo
en este charco turbio, aún caliente por los rayos del sol.
No, el día no murió, el sol sigue vigente.
Quizás anunciando, que soy la próxima.
Quizás anunciando, que soy eterna.

viernes, 28 de diciembre de 2012

La flecha en la cascada

No salí de mi cama de arena, sigo en el desierto, secándome bajo el murmuro estelar. El mundo no se hace más grande por mis descubrimientos, mis estrofas no son más que cosquilleos en el abismo. Y el abismo nunca se fue de acá. La temporal existencia de mi cuarto es el templo que lo idolatra. Y yo soy la estatua de sangre que la complace con el calor de mi conciencia. Mi vértigo me hace saltar sin darme cuenta. Voy saltando con estos zapatos de plomo que aún conservo, mis creencias, mis apegos, mis sabores lunares. Se convierte en una danza para los ojos de relojes derretidos que me miran como soles encantados. Hay un arpa sonando pegada a la ventana, es el batir de las alas del profeta enamorado de su canción. El tiene un plan, y es enamorarme a mi también. Pero ¿cuál es mi música?, ¿cuál es el color de mis flores?, ¿cuál es la textura de mis frutos? ¿cuán pulida está la intención? La duda es sólo un cambio en la velocidad, es el freno en el abrazo confiado al abismo. Y todas esas preguntas que como plumas divagaban, no tienen más que convertirse en flechas que sigan la dirección de la cascada. Y yo sigo allí también. Y no me busco más. Algo me encontrará.

martes, 25 de diciembre de 2012

chiste


otro ocre y marrón despertar
otro diluvio de vigilia
en este lugar levantado en columnas de arena
en medio de la tormenta del reloj
las agujas de la realidad transpiran
advierten sobre la tempestad inexorable
otra mañana aspirando esta atmósfera onírica
este pastizal salado y algodonoso
que se te filtra hasta los huesos
y los mueve como marionetas amnésicas
y el cansancio es sólo el sonajero de la muerte
batiendo sus alas tiránicas en el vacío
llenándolo con el ruido de su certeza
certeza piadosa o impiadosa

las preguntas se consumen
en la hoguera de las respuestas
hechas humo, hechas ironía
la existencia es un engaño?
es una estafa?
es un chiste quizás
si soy más optimista
si, un chiste derretido, confundido, caótico
una intención perdida entre sus cauces
un río que olvida
que invita a embarcarse en su olvido
que obliga a que aceptes su invitación
y arrastra tu decisión
tu decisión es un grito en un cofre de madera
conducido por la locura de un tronco déspota

y te escribo a vos
intérprete de esta gran locura
te perdono, te absuelvo
me compadezco por tu ser
no te conozco, pero juro que te amo
y se me astilla el corazón
de sólo pensar, en que existís
en que estás navegando acá
en que estás creyendo y creando
en que no te importa
no entender absolutamente nada
y que confías, en vaya a saber qué
te admiro sin mesura
y quisiera conocerte y abrazarte
y fundirme con vos en este caldo caliente
en el que en verdad
ya estamos fundidos
sazonando y decorando
el caprichoso paladar del universo
que nos cultivó
cocinó
y tragó

qué clase de sabor sos en esa lengua cósmica?
en qué pliegue dérmico estás escondido?
qué estrella papilar ilumina tu camino en esta garganta?
a veces tengo miedo de tanta oscuridad
a veces quisiera despertarme en el olvido
como el olvido de la infancia
sagrada infancia
correr por esas playas de endometrio
en el que  todo ese infinito incomprensible
sea sólo ese cuadro de un inocente océano
del cuál estamos protegidos por estas eternas orillas de juego
infancia, aún indiferenciada conciencia
anestesiada por formas inconclusas
sueño deslizante entre las huellas
promesas de paraíso que dejó el caminante
envión frenético indescifrable
gelatina con la que nos embadurnaron nuestros padres
escoltas de sus deseos
esculturas de sus anhelos
hemos cobrado vida en el misterio

oportunidad en el día anaranjado
descanso en la noche celeste
magma de una suave candidez
lava tibia de sueños de leche
soy la flecha
que se lanzó de aquel arco
en esos extraños tiempos
que ahora son hoy
que ahora son mañana
soy la decisión tomada en un pasado sin origen
que aún no entendió
que no hay decisión posible en la estrella de puntas eternas
pero si aún así, no puedo evitar rebelarme
y tomó una decisión
y en esa decisión, elijo al amor
tendré que ver como lo decapita la muerte?

lunes, 24 de diciembre de 2012

El mimo en el laberinto

Quisieras reciclar tu vida. Llegaste a ese peldaño movedizo que te enseñó que a veces es demasiado tarde. Que siempre es demasiado tarde para intentar hacerle trampa al destino. El misterio confluye desde lugares desconocidos, y te arrastra a nuevos lugares desconocidos. Al final, todo es un desconocimiento total. Al final, ¿quién es uno? Más que un agrimensor del fabuloso misterio de imposible masticación racional. Un humilde velero de inocentes colores, fetales colores, limpios, rosados de mamífero confiado, lechosos adormecidos, calor y sangre. Suavidad en la áspera inmensidad. Piel sin escamas, belleza pintada por siglos de costosa evolución. El ingenió se fue puliendo. Confianza en el ahora, jerarquía del ahora, ¿acaso conozco otra cosa? Tiranía de la conciencia adherida a una pasta magnética de tiempo. ¿Es esta la fuerza que el movimiento universal necesita? ¿Es este aliento húmedo y confundido que puede dar mi visceral existencia? Espíritu compungido por deseos, retorcido y agazapado bajo los mármoles de las montañas del destino. Estoy conjugándome con las agujas del reloj de Saturno, que trae vientos de cambio y de quiebres, de nacimientos y muertes. Camino por los funerales, mientras escucho los gritos del nacido. Todos lloran durante esos ritos, todos se olvidan de si mismos, para abanicar al misterio que se alza frente a la saturación de sus conciencias. Se han rebalzado, se han rendido, ahora lloran. Ahora mendigan con sus lágrimas, un poco de razón y de tazones de olvido. Otra vez, piden la leche caliente, que de efecto adormeciente, les haga olvidar de donde venimos. Creemos un lecho, en donde poder tirarnos a descansar, a chupar nutrientes, a embriagarnos en un batido lunar, de ojos cerrados y de aire acuoso, burbújas que masajeen el terror, amodrazarlo y silenciarlo. Hasta que otra vez, una mano extraña, nos arranque de este lugar. ¿Nos arrojará a otro? ¿Existe algo más que este imperio de sabor, deseo y dolor? La respuesta, siempre es un mimo, un laberinto de blancos y negros, un tablero en tres dimensiones, y que me hace confundir y que me hace olvidar, lo que he preguntado. La respuesta, está frente al espejo de la pregunta. Me costará darme cuenta. Quizás nunca. Quizás ese no darse cuenta, es la eternidad desdoblándose para siempre.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Campo

Mi mirada se corrió de la luz para mirarte
Y al mirarte, se bifurcó en mil lunas menguantes
Sos un presagio, un símbolo
Un significado escondido
En el cofre de tu belleza
Sos la tentación a abrirlo, a descubrirlo
Soy débil por no poder resistirme
Soy valiente porque no puedo evitar intentarlo
Las lunas, ahora crecientes, azuladas
Bordeando tus lagos áureos, son seráficos
Son destellos de posibilidad, de siembra en el vacío
El campo se extendió en el hormigueo de ser
Me invitó a caminar, por las sendas de aullidos de tierra
Y los ladridos de los perros, pincelados en el horizonte oscuro
Fueron mi buen augurio en la escalada por la madrugada
Me tiré a dormir, en la humedad de los sueños, para buscarte.

martes, 18 de diciembre de 2012

La luna que se va

Mamá, te voy a olvidar?
Se me están oxidando los huesos
Me están tirando unos líquidos corrosivos desde el otro mundo
Me estoy desvencijando y venciendo
Bajo los rumores de mil planetas lejanos
Que no son más que yo
Que no son más que mis propias conversaciones
En lenguajes, que ya olvidé, que todavía no aprendí
Mamá te volveré a encontrar?
Mamá soy vos?
Y cuándo te miro a los ojos
Y me hablas de  cosas, que me son ajenas, que se disfuman de mi historia,
Que se vuelan como espumas de plaza, como palomas de iglesia
Y dejan un retumbar extraño, en donde no hay nadie
En donde la esencia se muda, se desvanece
Porque no me percibo allí, en esa mirada?
Ya sos un planeta lejano que se distancia cada vez más
Se aleja, mientras me tira abrigos de luz y palabras de tierra blanca
Y cómo podré soportarlo?
Y cómo podré amarrarme al mundo, sin el consejo de tus brazos?
Mi amor por vos, es un recuerdo
Un recuerdo de estrellas, de mil puntas, iluminando todo mi sendero de árboles apagados y muertos
Mamá esperame, allá, después, en dónde no haya más que misterio
Resistí, esperándome
Resistí si es que algo así, ha de existir
En ese otro albergue de tránsito de misterio, como este.
Será como este?
Que la memoria no muera del todo, que la memoria deje un destello
Que deje una pista, que deje un ingenio en el sendero
Que deje una posibilidad, de reencuentro.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La siesta



Atravesaba la ciudad en la madrugada. La lluvia ya había terminado, pero se podía percibir todavía, el húmedo ronroneo que puebla toda la atmósfera después de las tormentas. Su presencia se infundía en todos los cuerpos. Esos momentos eran para mi, una suave caricia que entraba a mis reflexiones profundas, y me anexaba de vuelta a este mundo, en el cuál normalmente, me sentía asfixiada por sus bullicios de hostilidad e incomprensión. Leyendo poesía de Rilke en aquel colectivo, podía transportarme con mucha más facilidad a sus escenarios, a su época y a su rica colisión de rayos sentimentales. Me volvía crédula de la unión con otras almas, desdeñaba la idea de la inexorable soledad, cuando podía sentir verdaderamente, esa traslación de burbujeantes sentimientos, que disolvían los límites entre la experiencia ajena y la particular. A eso apuntaba la lectura, a ese momento, a alcanzar ese núcleo sagrado, que ocasionalmente se descifraba, se elevaba en éxtasis y se desvanecía nuevamente entre la influencia tumultosa de la individualidad. Estaba yo sumergida en la esencia de la fusión, cuando de pronto, alguien coloca su mano sobre mi hombro, y me solicita el asiento. Inmediatamente, y casi sin mirarlo, me levanto y le cedo el lugar. Es un hombre de robusta contextura física, de apariencia gris, gastada, lleva una caja entre sus piernas. Parece estar fatigado y preocupado por la existencia. Mi corazón se inunda de compasión y amor por ese señor. Qué bella sensación, me quedo pensando. Ojalá pudiera hacer más por él, que sólo entregarle un asiento. Ojalá pudiera filtrarme en su vida como un suave viento, arrastrando esencias florales y partículas brillantes de bellos colores. El amor real, aquel que no involucra a la necesidad pueril o libidinal, es otro de los antídotos que tiene la naturaleza, para aflojar la tensión que puede generar el yo con su carruaje de deseos. Es una válvula maravillosa, que se abre y deja entrar vapores que nublan todas las muecas antojadizas que normalmente nos atormentan con sus delirios de realización inmediata. Pero ¿cómo hacerlo? ¿cómo ayudarlo? Podría hablarle y darle una alegría con la inesperada no indiferencia en este viaje de madrugada. Lo miro atentamente para poder especular con el modo y el momento adecuado para accionar. Pero inmediatamente comienza a dormirse. Su cabeza se desploma hacia adelante, sin siquiera intentar restablecerse una vez. Hay una gran entrega en él, una entrega triste y dolorosa. Mi plan de encuentro se ha frustrado. Cambio la dirección de mi mirada, y me voy hacia la parte de atrás, allá hay más posibilidad de conseguir un asiento cuando alguien abandone el colectivo. Me doy cuenta que estoy demasiado sensible a lo externo, algo lo ha despertado, ¿será el tiempo? ¿Rilke? ¿aquel desahuciado señor?. Mi mirada se proyecta a los humanos que están sentados, puedo sentirlos. Adelante, tengo tres señoras conversando. Enseguida se nota que pertenecen a una baja clase social y económica, pero conservan esa inexplicable alegría y gratitud frente al sacrificio. Necesito filtrarme en sus charlas, hay algo fuerte detrás de las palabras, hay una fuente inagotable de la que brota esperanza y felicidad, quiero llegar hasta allí, las palabras son sólo sus cortinas, la exposición de sus texturas. No escucho sus relatos, no me dicen nada, son simples. Mi enorme demanda racional no puede adherirse a ellos y otorgarle símbolos. Tengo que ir más allá, en busca del tesoro escondido, a la erupción de las sensaciones, al cuarto de agujas tejedoras del largo cortinaje verbal. Puedo transportarme en el tiempo con sus palabras, éstas son como brebajes en cuya composición, está la concentración de sus ancestros. Siento el dolor del indio y la ambición del hombre blanco. Siento la voz calma y apacible del chamán de sus tribus, el espíritu del brujo que aún vive en ellas, las cobija otorgándole grandes fuerzas, y les susurra la posibilidad de una revancha. Una de ellas, dibuja contradicciones con sus gestos, están las dos corrientes que sentí, está el híbrido de su historia. Sus parpados están apagados y cansados, pero su mirada está limpia y fortalecida, no ha olvidado su misión. Su sonrisa es tímida, pero ilumina de sinceridad. Me quedo un largo rato contemplándola. Siento una extraña familiaridad con ella, como si al haber entrado tan profundo en su historia, me hubiera volcado yo también en ella, haciéndome portadora de sus recuerdos y vivencias. Siento el calor de las termas de sus pilares añejos. Estamos juntas levantadas en esa cima. No sé qué es, es demasiado fuerte, es demasiado impersonal, necesito extrapolarlo, llevarlo a mis propios recuerdos. Tengo ganas de abrazarla y apoyar mi cara contra su blusa de color blanco. Puedo sentir el perfume a jabón que hay en su ropa. Son sensaciones conocidas, muy conocidas por mi. Intento traer toda esa información lunar, y de repente lo veo: la casa de mi abuela, es verano, el almuerzo ha terminado hace unas horas, el ruido de las agujas del reloj, se mezcla con el olor a metal y comida de la cocina, la canilla gotea. Todos duermen la siesta. Yo estoy en el sillón, mirando la televisión sin sonido. Las cortinas blancas, dejan entrar la luz, sacándole su fulgor. Todo es lento y silencioso. Todo es lunar. Mi abuela duerme en la habitación del medio. Sé que está despierta, se que está esperando que vaya y duerma con ella. Apago la tele, y me dirijo a la cocina a buscar un vaso de sprite con hielo. Camino descalza por las baldosas de flores verdes y amarillas. Son tan conocidas por mi, he encontrado tantos juegos en ellas, tantos laberintos, he encontrado tantos cuidados en su suave permanencia. Estoy plena, pero no me doy cuenta, soy sólo una niña, que no sospecha de su felicidad. Los cuadros con fotos habitan en las oscuridad del modular. Me siguen con sus miradas, como los ojos brillantes de una alimaña campestre, que no se deja ver, pero a la que podés sentir. Hay mucho dolor oculto allí, y yo soy un receptáculo para aquel dolor, pero aún no lo sé, aún no lo asimilo, y entonces, lo cargo con inocencia. Todo es seguro y estable en aquella tarde, todo está en el lugar que tiene que estar. Me acerco al cuarto en donde está mi abuela, al lado, está el baño, la puerta está entreabierta. Salen matices verdes, disparados por la pequeña claraboya que se encuentra encima de la bañera. Sus tonalidades se impregnan en mi piel, y me empujan con delicadeza. Entro a la habitación y me acerco a la cama. El olor de los muebles y de las sábanas me inundan del placer de lo conocido, de los objetos parlantes, relatando historias, convocando al sueño, recibiéndome como un útero al cual puedo entregarle el dominio de mi sangre y mi alimento. Me acomodo lentamente en la cama con ella, yo finjo pensar que ella está dormida, ella finge estar dormida. Ese diálogo silencioso, esa complicidad de diplomacia estética infantil, me parece absolutamente familiar, no me lo cuestiono, no lo juzgo. La abrazo, tiene una blusa blanca como camisón, su perfume tiene brazos que me arropan y me cantan recuerdos de suave esponjosidad. Me siento cuidada, protegida como en un vagón onírico de crema azucarada. Soy feliz entregándole mis sueños. Confío en su sabiduría, confío en su cuerpo anciano y anestesiado por el don de creer. Confío en el afecto que me transmite, como un talismán de carne, que no traicionará a mi suerte.
Estoy perdiendo mis recuerdos, se desvanecen las imágenes concretas, pero quedan las sensaciones, como la tierra húmeda después de que se ha retirado la lluvia. Aquella señora del colectivo, ha sido el holograma de la memoria colectiva. El pórtico mágico para los vestigios de mi memoria personal, que como una flor, se abre en aquel inmenso árbol. Somos una pintura distinta, del mismo pintor. Somos la misma mente, la misma gran mente. Puedo recordar, puedo sustraer y puedo escalar más hondo en mi misma, adentrándome en la belleza infinita de los demás, llaves vivas y misteriosas de mi propia cerradura. ¿Estoy feliz?

sábado, 15 de diciembre de 2012

Trueque


Fui abriendo archivos en las nubes, fui amotinando ideas en cursos de agua sin suelo. Yo confié en todo lo que hacía,  yo necesité, necesité confiar. No me importo extraviarme de la realidad mirando mariposas en el aire, me sedujeron los colores, modelando en la forma… Quise seducir yo también… Intenté entusiasmarlas con la plusvalía humana de mi voluntad. No me importó sojuzgar sus buenos ánimos. Su buena predisposición y su creencia fueron la red que las amotinó en el calvario de mis manos hechas cadenas de ferroso capricho.
Yo también fui feliz así, yo jugué con el lado inocente de las  circunstancias.  Me tape los ojos con vendas de psicofármacos, trozos de inconciencia medida en laboratorio, electroshock de rayos pintados con sutilidad ilusionista mercantilista. Me disfracé con lo que ofrecían sus sugerencias. Interpreté los papeles usando de escenarios a sus instituciones, teatros de ambientación cautivante. Roles de realidad. Hicimos simbiosis, trueque de mi fe y tu ambición, trueque de tu fe y mi ambición. Danza de espejos desproporcionados, me pregunto si alguna vez me tocaste, ¿alguna vez te toqué? Juzgaste mi silencio, te enloqueció… quizá no podías encontrarte en la incertidumbre que delineaba la cerradura de mi libertad. Dialogamos igual. Pero la última vez que lo hicimos yo no pude encomendarme más a tus letras. De mis ojos se desprendió el cristal que los embaucaba con la fluidez de su dialéctica. Se cayó al océano, se perdió en la atrocidad de sus leyes. Mi inocencia es esa tabla de madera gastada que todavía flota entre sus últimas palabras… y que todavía interpreto… me tientan de brindarle la gravitación de mi complacencia. Me fugo, me voy de esta apatía visceral que urge de algún lugar inexplorado de mi conmoción. Me caigo con el cargamento de mis decisiones, con el énfasis que frustra a la duda, que la injuria de deseo.
Éxodo de insistentes recuerdos... en tu peregrinación voy bordeando al pantano, engañando al vértigo con la sublimación del diluvio que se desató por mirar su fondo invisible. Ahora los cuadros relatados por el horror de tus colores despóticos, se desplomaron en el aljibe que depura a sus presas con el agua de lluvia, préstamo del cielo. Me quedé mirándolos.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

tren

no creo en la fragmentación del alma
no creo en los fundamentos pastosos de la individualidad
mis interpretaciones son corazas
son trajes, vestiduras de vidrio rompible
ropajes que presionan mi identidad
estrategias de estética verbal
dibujos de gestos fenotípicos (herencia del gusto que tiene el azar)
en esta mueca que abarca toda mi vida
y que no puedo sacarme de la cara ni del destino
al menos no, hasta no agotarla
en toda su lánguida eternidad

se extiende como un tren virulento
cuya estación final desconoce
cuya estación siguiente desconoce
es una sonrisa dudosa en el pentagrama celeste
un adagio en medio de la gran obra
una torsión en la serpiente de los caminos
un nudo, que ahorca a su propio cuello
para exprimirse, a fuerza de su dolor
moneda kármica
¿comprarás con ella a tus desingios?

dejar un atisbo de una esencia improbable
la sucesión de gritos que como un martillo
rompa los vidrios de este castillo
cimientos de tristeza y mezquinidad
de un alma mordisqueada por sus flancos
abandonar la mandíbula de sus límites
ser libre y así expandir la confianza
que cubra como una manta rosada
los sueños de otra vida
aclimatar la sangre de otra historia
que no necesariamente mía
existirá.

lunes, 10 de diciembre de 2012

cenizas de calendario

todavía recuerdo aquel baile eterno, aquella imagen hecha de hielo caliente, que habitaría años después en mis profundos miedos. yo aún apenas rasgaba mi inocencia, apenas jugaba a perderla, a soltarle la mano en las orillas. pero los calendarios se fueron quemando por los viajes del sol. las cenizas de sus recuerdos son ahora esta pintura hecha vida, hecha resistencia. los velos que negaban la muerte con sonrisas de sueños celestes, se fundieron e incendiaron en aquellos rayos. la muerte mostró su rostro, y observó mi espanto. ¿qué cara poner a la incertidumbre para no tentarla? mis rivales son astutos y han venido para quedarse. ¿encontraré algún motivo que me haga sentir que debo hacer lo mismo?

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cetro de poder

No hay refugio
Sé tu propio refugio
No encadenes el destino a tus deseos,
como llantos amenazantes
No los dejes que se conviertan en gritos de espanto
Estás en el miedo, en el máximo terror
Tenés miedo a no existir, tenés miedo a no poder ser
Pero ahora tu estás creando el miedo, tu eres su cópula creadora
Tu eres su inspiración
Entonces no lo ocultes, no lo niegues
Es la hora de su nacimiento, de su célebre exposición 
Sé un buen padre
No lo frustres
no lo desprecies por tu falta de Dios
Adornale el escenario con tu decepción
¡Oh, miedo!  
Canto sagrado del universo
Razón de su contracción
Origen del amor
Protagonista de la incertidumbre 
Yo te venero, yo te admiro, yo encuentro en ti el fundamento de la belleza
La soledad absoluta que me infundes,
es para mi la antesala del mejor encuentro
Magma maleable de mi próxima creación,
estás tu todavía caliente e insatisfecho
Te quejas, me arañas por la inacción
Me castigas, me lastimas
Y es la pereza que me destroza
Si, a veces me destroza y nada puedo yo hacer
Entonces suelto mis caballos viajeros
Peregrinos insaciables, los dejo libres de mi indecisión 
Viajen el sendero eterno por la incomprensión del cielo estrellado
Encuentren a su Dios en la confianza de lo que no se puede explicar
Confundan a la interrogación, con la no respuesta
Confirmen sus anhelos como en una nube pasajera
Cambiante, siempre cambiante
Paisaje áspero y suave
Asuman su rol en la existencia, caballitos míos
Deslizados en la lubricación permanente de la impermanencia
y yo inocentemente no puedo evitar preguntar:
Podría amarlos tanto, como para salvarlos de su incierto destino?
Oh, no, pero el amor se esconde en los límites del tiempo
Intermitente amor no me fío de ti tampoco
Tu me traicionas en tu abandono
Paralizada quedo yo en tu designio impiadoso 
En el paisaje helado de mis propias dudas
Mis voces se vuelven rayos de nieve
Suaves susurros de cristal en el aire
Chocan y chocan para expandir su raza,
para gobernar el continente que me sostiene
Mi corazón se convierte en una isla congelada
En medio de un caluroso desierto de deseos de fuego
Estoy tan triste que creo no poder soportar un atardecer más
Me convierto en un monstruo azul, un soldado de la eternidad
La bandera más bella de la soledad
cuyo precio es portarla pero no mirarla
Un recuerdo soñado y anhelado, nunca visitado
Jamás tocado
¿Y qué son mis más tiernas e infantiles añoranzas
más que grietas en mi obra?
Pulseadas del amor y del odio que me conforman
trazos apresurados en los retazos del ropaje que cubren mi sol
Giro giro en mis certezas
como un disco reproduzco una música que apenas oigo
te la ofrezco a vos ( si es que existís, ¿existe algo más que yo?)
Fanatismo de mi corazón
Latido como espasmo cósmico
sístole como temor
diástole como confianza
Creo así la galaxia de mi expansión
Voy confiada hacia un punto en el infinito
un punto que se abre y cierra todos los demás
¿Cómo puedo vivir en paz ignorando a todo lo demás?
Soy la negación de todo lo que no soy
Sólo así puedo ser yo
Soy la dictadora del infinito
Un espacio que lo contiene todo 
y solo resplandece en su propia totalidad
¿Qué hay en mi totalidad?
¿Cómo poder perdonarme si no soy yo esos campos sembrados de trigo amarillo?
¿Cómo no sucumbir frente al dorado amor de las espigas que muestran su ilusión?
¿Cómo poder amarme con todo el ser si yo no soy esas criaturas que lloran en la noche extrañando al sol?
¡Oh, no, mi amor se disipa en todo lo demás!
Como el agua volcada en la pendiente de la existencia
encuentra surcos lejanos a los que ya no alcanza mi mirada
Se alejan de mi como rebaño asustado
Como un cometa que nunca supo su destino de eterno retorno
y sólo queda un lugar vacío para mi misma
Un vacío de duda, de olvido
Como un silencio prologando antes de la  tormenta
Como una flor naciendo sin ser observada
Como el sonido de la niebla que te transporta a otra dimensión
Soy esa dimensión olvidada y perdida por la abstracción 
No, yo ya no soy yo 
Soy sólo una mente tejida en la inmensidad del cosmos
Soy una  cuerda floja y sedienta de si misma
Soy el olvido de todas las otras existencias
Un olvido infinito y doloroso
Una estampida de voces que no me ven, que no me escuchan
que no me tocan, que no me degustan
que no me huelen, que no me intuyen 
Me quedo sola y me alimento sólo de mi misma
Me consumo como el fuego hambriento de abarcar
Me resigno como un mamífero cansado y sediento en un desierto sin final
Le doy el trono a mis miedos, les doy el cetro de poder
Me adormezco en mis mantras tiránicos de control
Y ahora soy fuerte y magnética como el Sol
Nada irradia más belleza que yo
¡Hasta que muy pronto despierto! Despierto y estoy ahora del otro lado
Universo, me has tendido la trampa de tu balanza
Universo, me has decepcionado con tu justicia
Estoy yo siendo testigo de la pobreza y miseria de mi alma
Soy yo otra vez, un mendigo de ingenuas certezas 
Alma, cansada y vagabunda, ahora pides bajar.
¿Ya no quieres girar cuando te toca pagar?
Viaje de interminables enseñanzas, estoy mareada ya
Amenaza de nunca terminar
ahora viene tu piedad,
Como un alba complaciente al final de la madrugada
Como una sábana floreada al borde del horizonte
Como un espejismo de oasis en la ruta sin carteles
Se abre paso la majestuosidad de lo existente
Se corre, se borronea, se contrae, diluye sus contornos
Ha llegado por fin: la Muerte.
¡Oh, preciada joya enclaustrada en mi pasión!
Los eclipses de mi paz se deben al rumor de tu arribo 
Has sido mi motor
Has sido la rueda en la carretera de mi devenir
El final de mi combustión
El final del horror, el final de amor
El último paladear del universo en tu nombre
La satisfacción
El infinito se llenó de vos.



domingo, 2 de diciembre de 2012

El cielo de cobre


Se irá entonces algún día el espíritu?
sigiloso, goteando vida poco a poco en cada noche?
esfumándose en cada sueño?
Y por qué habríamos de encerrarlo en la necedad de nuestros brazos?
en nuestro baúl de luna?
Dejarlo libre
Dejarlo volar y retirar sus anclas de estas tierras
Abrir los pastizales que frenan la aparición del horizonte,
allí, lejos, donde aún no hay
hacia allá va él,
firme, levitando, cabalgando historias
Despertando materia en cada unos de sus pasos
Soy yo una de sus pisadas que se despertaron del vasto polvo
Soy una certeza que caerá, quebrará la fidelidad a su memoria
Estallará para seguir sembrando campos de misterio,
cielos de cobre y lluvia de burbujas de plata y oro
Ya no será surreal estar en esas moradas
Las pesadillas, serán un cálido lugar para dormir
Y no nos extrañaremos
si las ardillas juegan pócker en algún salón oscuro de la ciudad
o si los muertos saludan desde la ventana
o cobran vida, en algún árbol durante una tormenta
La naturaleza será un mosaico danzante,
una música de arcoíris y aljibes sin fondo
Estaremos ahí.