jueves, 26 de julio de 2012

Emociones cardinales


Apareciste repentina
En la misma calle que yo
Y sólo había una dirección para seguir
Me agarraste la mano vos a mí
Sinergistas avanzamos corriendo a toda velocidad
Como quienes necesitan un poco de fuerza extra
Para poder vencer el viento
Que en contra choca con desasosiego

Dejamos que los arroyos se lleven nuestras nostalgias
Inocentes, princesas del engaño del tiempo
Contemplamos alegres la fuerza del agua
Que religiosa peregrinaba junto a nuestros miedos
Entusiasmadas los vimos huir con ella
De nuestra fiesta de copas y oros
de remolinos celestes de súbita entrega
de mamíferos infantes lactantes de apego

¿Sabíamos en aquel momento
hijo ingrato del recuerdo,
que nuestra unión se desvanecería en la vertiente?
¿Sospechamos alguna vez,
que la fuerza sutil de aquel riacho,
desembocaría en el desencuentro oceánico?

Y ahora no nos queda más que encontrar,
alguna orilla que entre golpes de aire y arena,
 nos haga olvidar el agua que tragamos
La que nos quemó con el frío de su destierro

Orquestando nuestros sueños insolentes pretendimos
Darle órdenes al caos del océano
Tejer entre sus olas
La armonía de nuestras expectativas de unión divina

Pero el olvido es un ente intermitente
Que suplica ruegos eternos de dolor
Macabros dioses que incorporan nuestro padecer
Para justificar su  existencia
Purgando su sin sentido
Con el estrangulamiento poético
De simples rayos de vida emocional humana

Negación de la soledad
Envainada con retratos de amor
Voces, ecos de piano me remiten a difusas ideas
Sensaciones les quitan protagonismo
Curdas les arrebatan las columnas de razón que las sostienen
Crucifixión de mi voluntad para cerrar este ciclo
Batalla iniciadora para perderme en la fuerza del surgir de la vida

martes, 17 de julio de 2012

Mensaje en la lluvia

cae la lluvia
orquestando el paisaje 
la música de sus gotas 
fecundan mi corazón
cristales de otra era
que olvidaron su nombre
están susurrando el mío en sus choques
siento el llamado
siento la escalera divina
cuyos peldaños confusos se esparcen en la tierra
y se olvidan de la forma aparente
se olvidan de lo que hay que respetar
el respeto para seguir siendo yo
pero mi yo también olvidó su nombre
viajo con ellos
sigo sus voces como en un sueño
un sueño sin tiempo
un tiempo eterno
un viaje eterno.

Péndulo


Mis días se empañan de ilusiones, como caravanas de nubes, pasajeras del viento que la trae.. me impiden brillar, me impiden explotar. Me vuelven el cielo gris, me tapan el sol. El sol es el olvido de mis ilusiones. Mi verdadero yo se pierde entre las dudas que engendra el temor. Entonces me resquebrajo en formas que a la brevedad adquieren otra, hasta perderse de nuevo en la indiferenciación original. Todo bajo la orquesta del cielo y su luz.. que todavía no se tapa del todo. Hay suficiente luz como para distinguirnos unos de otros... pero no alcanza a iluminar la tempestad de las profundidades.
 La música del infierno se intensifica, es como un pedido de auxilio con deseos de quedarse. Es paradojico, contradictorio hasta el terror. Es el dolor elegido, el dolor fundado a conciencia. Todo lugar es elegido, de eso nos cuesta darnos cuenta. Si nos damos cuenta cortamos con nuestro juego. Si aceptamos ciertas cosas, entonces tenemos que desentendernos de algunos de nuestros proyectos, parloteos de la mente caprichosa. Son las leyes de la vida. La naturaleza que se resguarda en la sabiduría de sus normas.
Todo sigue su curso.. hacia un tiempo incalculable. Hacia un tiempo sin números. Multiplicándose sin cesar hasta espejar su originalidad. La creatividad me huele tan familiar... que me siento atrapada en la explosión de mi mente. Como si en la explosión liberadora, la obra explotada, el polen expulsado, volviera hacia atrás con unos brazos  enormes para atraparme y llevarme consigo en su viaje. Yo viajo a su lado. Mi conciencia en un viaje eterno de identificación y desidentificación. Encontrando que el punto de equilibrio en el péndulo es acostumbrarse a sus vuelcos extremos. Así continúo amacándome en este vacilar, que a veces divino y a veces errante.. me entrega al universo como su hija legítima. Me acomodo, me abrocho el cinturón para salvarme de los riesgos en la velocidad. Me preparo para chocar, para recibir el impacto.. si es que uno puede prepararse para la incertidumbre... acaso no pecamos a veces de excesivamente soberbios frente a la inmensidad?
Cocinándome en los jugos existenciales, me encuentro cruda y salada, esperando enfriarme cuando todavía sé que el fuego no ha llegado a su máximo.  De condimento en condimento voy a espesando el sabor. Desde un extraño agradable estímulo se avecina la náusea. Imparable... enemiga y portadora de dolor, paz inexorable para el mañana. Peldaño negro y peldaño colorado. Como en un juego de damas que persigue los espejos. El mundo es un fractal de espejos mágicos. Imágenes sin fondo, reinventándose constantemente. Esa soy yo. Soy todo lo que puedo ver y lo que puedo imaginar. También soy todo aquello que soy capaz de negar. Todo aquí, en un solo lugar. El capricho de la existencia jugando con el alma. La voluntad del caos ordenándose en una fila interminable de sentido. Soy el don de ser y de entender. Soy la virtud de olvidar y así poder crear. Toda creación le sigue al olvido. Toda creación es el hijo rebelde que se lanza al desconocido. Que se anima a mirarle a los ojos al infinito. Ahí estoy morando yo, en esa mirada, que cada tanto, me canso de mirar, entonces vuelvo, vuelvo al recuerdo, descanso de mi alma. Y entonces me duermo, pero, ¿a dónde voy cuando duermo?. No dormimos cuando dormimos sino mientras estamos despiertos. Soñamos en la vigilia, olvidamos, ideamos. En la noche, nos adentramos, nos encontramos en la fusión divina, nos despertamos. 

El Oyente.

Giran los discos con la música de ayer
Nos sumergimos en los ríos de la memoria
Traicionamos a los vientos del presente
Jugamos el juego heredado
Comemos del comedero del recuerdo quebrado

Pero ahora es nuestro tiempo
El huevo se rompió
La estampida ya nació
Avanza, avanza a paso redoblado
la valentía se ingenia en la ola de la incertidumbre

Se embiste al nuevo mundo en su bautismo
Flotando en la inconstancia del tiempo se desarma
Encuentra nuevas formas en el aire que lo abandona
Desprende antiguas formas en el aire que lo recibe
Hay un cruel llanto del bebé que se ha perdido
Hay una hermosa risa de la madre que lo ha encontrado
¿Cómo ha quedado todo esto plasmado?

Hilos de decepción e injusticia se entretejen con la seda de la belleza
Se está creando el tapado de la existencia
Refugio para disconformes seres que sueñan con otros ropajes
y en ese desaliento, desprenden la fuerza que mueve la manivela del mundo
Se marean, se retuercen, se entusiasman para salir de su dolor.
Se hacen fuertes con el temor, se vuelven débiles por la ilusión.
¿Alguien puede pensar algo mejor?

El caramelo del mundo se tragó
Hechizado quedó el brujo con su poción 
Dios en su tronó se infiltró en lo que llovió
Y las semillas sembraron los suelos con los que soñó 
Se convirtieron en paisajes, en carruajes de poesía
Cada árbol fue su héroe, cada fruto contó su historia 
La eternidad es ese oyente en el jardín 
que no se cansa nunca de oír. 

sábado, 14 de julio de 2012

L'hermite

La soledad en la montaña. La nieve intuye esta osadía desde el cielo. Esta osadía de existir, sin nadie más alrededor. Esta fuerza sacada de las mil noches de dolor y de terror. Cansancio y sacrificio, te falta el oxígeno. Podés levantar tu mirada pesada, pero solamente para obsevar, la enorme distancia que te separa de tu meta. Todo separa, todo aleja, todo es rígido y solemne en sus límites. Si algo no soy yo, la eternidad de cada alma nos distancia. No podemos tocarnos más que en este molde espiritual de tierra y tacto, más que en este plagio que se robó el tiempo, que ultrajó a la esencia indivisible. Pero aquí nadie cree en esos rumores de fusión divina, de la que se fió tu ilusión. Tu ilusión acá no tiene lugar, sus raíces están podridas, desaparecidas de la vida. Sus restos son sólo olores que zumban colores en tu memoria, en tus anhelos infantiles. Son pequeñas voces agudas martirizantes, que respresentan la posibilidad de abrirle la puerta a la locura. Si las escuchas, entonces no podrás seguir, si las escuchas, inevitablemente pararás, y si paras, sin duda te congelarás. ¿Pero dónde están los demás? Siento que los necesito ( ¿mi necesidad y amor en verdad son sólo miedo?). Estoy segura que si existen, estoy segura que si están. Siento sus presencias, pero no veo sus cuerpos. Probablemente estén escalando otras montañas, sus propias montañas, seguro están allí, pero lejos, siguiendo sus propias metas, en el intento de alcanzar sus propias cimas. Nadie me acompaña en esta escalada, a nadie le pertenece esta cima. Sólo da conmigo, y con mi destino. Sólo yo tengo este camino. Estoy desprendida de todos lo demás, estoy aislada en el monocanto de mis propias tonalidades, de mis propias percepciones. Macero la angustia de mi destierro inexorable. La moldeo como a un cristal de hielo en mi corazón, espejando el paisaje disfumado a mi alrededor. La nostalgia de el útero caliente, hierve en las lágrimas que me niego a soltar. No puedo correr el riesgo de dejar salir a mi dolor, de convencerme con la sugerencia de que algo mejor existe. Nada más existe en verdad. Nada más que esta dictadura de nieve, que este azote por permanecer, que este reloj déspota como brújula, como sentencia inapelable, que decide el sendero. Estoy atrapada en los designios de una crueldad inexplicada. Estoy atrapada en las cadenas de la obediencia, súplicas de supervivencia.
No es mi decisión, es mi destino. Si al menos uno entendiera la palabra destino, además de nombrarla constantemente, si uno verdaderamente pudiera morder su real significado y no sólo difamar términos anónimos, vacíos de voz, de contenido, de néctar vivo. Pero sin duda tenía que ver con la caída de una intención superior, en un casillero inferior, en una encarnación. ¿Para qué? ¿Hacia dónde voy? ¿Nunca he conocido mi destino final? ¿Qué, quién me arrastra? Esas preguntas surgen como burbujas calientes en medio de la oscuridad helante. Es inevitable que las piedras ancestrales de mi interior, envíen a sus heraldos de deseos, a sus mensajeros del volcán. Vienen y revolucionan con sus intenciones, vienen desde lo lejano montando al enojo y a la ira, vienen con tanta potencia acumulada, que es aterradora. Siento esa transfusión vibrante y encendida, proveniente del ardor de mis adentros más profundos. Estoy aguijoneada por sus fuerzas, estoy aletargada por sus venenos, por sus impulsos. Pero no sucumbo, los trago con cada bocanada, con cada ola que rompe en mi garganta, lesionando los tejidos de mi voz. Estoy muda, no tengo nada que decir. El silencio frente a la muerte da sus primeros pasos en lo invisible. La hipótesis de la muerte es una incógnita que palpita en cada paisaje de este escenario gris y gastado, abrumado, aburrido, descalificado de vida. Aún así, no cedo, soy inmutable. Soy una armadura de deseos aniquilados, un muro deslizante de resistencia. El blindaje para el tren del tiempo que se sustituye a si mismo. Yo soy una porción perenne en ese tren eterno. Y mi sacrificio es el aceite que alivia a sus motores, es el carbón que se hace vapor y se pierde en lo inmenso, es el maquinista y sus pasajeros. ¿Quién soy yo en todo esto? La respuesta, parece ser un aire inasible que habita en la cima a la que no sé si llegaré.

miércoles, 11 de julio de 2012

Zapatos en el infierno

A veces creo que mi existencia es una válvula cerrada, que esconde una intensidad desconmesurada. Y todos mis escritos, mis actos, mis decisiones en general, no son más que un vano intento de fisurar aquella soldadura, para deshacerme de tanta presión, de tanta carencia de interpretación, tanto caos y fuerza emocional. Soy la guardiana de un infierno que no deja de arder, de explotar océanos de sangre, de explotar un metal orgánico líquido que puede asfixiarte con sólo tocar el aire en el que estás. Este submundo, descansa en un lugar que yo no conozco en absoluto, que tampoco intuyo. Es un espacio ciego, una inmensidad vedada pero presente. El reverso de un agujero negro, un big bang quizás. Un big bang tras las rejas de mi escasa percepción. La ardua tarea de domar esa fiera salvaje, del tamaño de la furia del universo, me la han encomendado. Me la han enviado impresa en los huesos, como un tatuaje kármico que no puedo borrar, que no puedo dejar de ver y recordar. Pero... ¿domarla? ¿Es eso posible?. Soy un principito de manteca en medio de una galaxia de carbón ardiente. ¿Soy una misión imposible?. No lo sé, pero si estoy segura que si alguien sacara la selladura que bloquea su súbita aparición, el mundo estaría arrastrado de los peores males: lluvias de veneno, nomos ahorcadores, luciérnagas come ojos, espejismos de fantasmas que invitan a bailar en la eternidad hasta morir, y recusitar, para volver a morir, en un salón de oro derretido con cortinas de lenguas secas y pisos de ceniza congelada. Monstruos te arrancan los zapatos, mientras muerden y chupan la sangre de los pies. Muñecas de trapo del tamaño de una orca te cantan villancicos mientras te encierran en sarcófagos de huesos y vómitos petrificados, con gritos de fetos descontentos. Y así, todo ese imperio de horror, toda esa fábula, ese libro de cuentos, vivo e insatisfecho, me empuja y consume mis deseos. Me intimida y me acosa. No puedo expulsarlo, no puedo vomitarlo. Debo tragarlo. Quemar páginas del horror con cada parpadeo, con cada expiración. Mantener la cerradura, mientras mi corazón es acosado y devorado por buitres, espasmos de ardor, ondas expansivas de dolor, que quiebran a la fe y a la belleza. Mar de astillas en el que he quedado sumergida. No me queda otra. Mostraré mis dientes.

Corazón

Me tienta mi soledad a partirse
como una punta de hielo que se gestó en la razón
Quiere clavar un corazón
absorber el calor de la sangre
teñirse con su color
Me extraña todo lo demás
y yo me creo escapar en el vacío dividido
Me resguardo en la creencia
Creer para crear belleza
para crearme a mi.


La gota es la próxima gota

La aguda tristeza de los violines suena en esa cueva moderna. Las pinturas paleolíticas, intención de soldar belleza del viejo hombre, se hicieron invisibles en el aire. Estallaron como bombas diplomáticas, heraldos de los nuevos tiempos. Yo estoy acomodada en mi silla de plástico, compilado de hidrocarburos, inteligencia en diseño y manos hambrientas. Todo el pasado conspiró para que esta burbuja de tiempo y espacio, de irremediable próxima disolución, se elevara en la parcela teatral de la existencia. Yo estoy tan despierta frente a todo esto, me escondo detrás de las cortinas púrpuras de aquel escenario. No puedo más que sentirme libre y feliz. Los candados de la angustia están en el suelo, los miro de lejos como a viejos fortines de hojalata. Quedaron deshabitados. Levito con la música y sus historias. Mi identidad se resquebraja por la cortadura de las notas, sutiles cuchillos de suave filo. Me voy despedazando en mi peregrinaje entre valles y colinas. Hay una águila que guía. Y me anexo al compás de su alas, voceras de su corazón. Ese águila que va dejando las pistas de su intuición en el cielo. Y yo aprendo. La fe roja tiñe su sangre, ella es mi maestra ahora. Estoy en las vísperas de lo que estuve esperando. Es la cima de la montaña onírica, que ha crecido, y ha cruzado el umbral, se ha convertido en realidad. Pero sé que yo no soy dueña de este paisaje salpicado de sensaciones de felicidad y emancipación. Mi alma es un traje sin bolsillos. Mi costura a este mundo es perecedera, es fugaz como la gota de lluvia que cayó sin protagonismo en la tierra. Y soy la próxima gota que caerá, y también la próxima, y la siguiente. Y así me convierto en la lluvia misma. Y soy la música que produzco con los choques de mis gotas, y seré también los oídos que me escuchan. Y seré la tierra húmeda, y seguro seré los frutos que absorbieron el agua que fui. Y así seré todo, y no seré nada. Siento el gozo.

miércoles, 4 de julio de 2012

El sigiloso de la capa gris.


Los deseos, son entes inteligentes, cautelosos, escurridizos. Los imagino, como enanitos de colores brillantes, fosforescentes, usando capas de colores opacos, bajo la cual esconden su verdadera naturaleza. Así aparecen en las noches, así suben las escaleras hasta tu habitación, sigilosos como un ratón. Y así es como hacen posible el entrar en tus sueños, como por un tubo mágico por el cual se deslizan en el más cuidadoso silencio. ¿ Y cómo es posible cerrar las puertas en un sueño ? En los sueños todos son bienvenidos, por eso existen las pesadillas. Con la astucia de esos ágiles compañeros, uno aprende a vivir y a padecer sus caprichos. Porque claro, se encaprichan. Y cuando no obtienen aquello que solicitaron, piden que se les de dolor a cambio. Entonces uno saca su sonajero de angustia, que los entretiene y los distrae. Uno es un padre demasiado complaciente. Pero aquello no es todo, aquellos pequeños y juguetones seres, como es de imaginarse, piden alimento. Y hay que proveerselos, porque te aseguro que nadie soportará sus llantos. Entonces uno les provee el poco alimento que pudo conseguir con su agotada respiración y sus desafinados latidos. De a poco van ganando poderío sobre tu voluntad. Sus pequeños bracitos parecen estirarse demasiado hasta alcanzar el teclado de tu mente. Allí les encanta estar, escribiendo el color de cada pensamiento e intención. No sé quienes son, ni de donde vienen. Empiezan siendo lúdicos y risueños, dejando una estela inicial de una inocencia de la que nadie podría desconfiar. Pero a medida que se alimentan, crecen, y pueden llegar a crecer mucho, muchísimo.Y aquellos primeros pedidos molesto de alimento, son ahora tormentosos gritos afilados como una cuchilla del infierno. En esos momentos es en donde uno empieza a pensar en el camino más sano: liberarse de esos intrusos. Pero es que ahora, ha pasado tiempo, y me cuesta diferenciar quienes son ellos y quienes soy yo. ¿No somos lo mismo? Aquí es donde comienza el oficio de ser real, de encontrarse. Para poder encontrarme tengo que atravesar a la Nada. Termina el cuento de los enanitos. No es chiste, debo dejarme tragar por los deseos, sin tocar sus gargantas. Que me digieran, que me evacuen. Salir ilesa de sus ambiciosas digestiones. Ahora tienen tanto hambre, que quieren que toda yo sea su alimento. Quieren mi esencia, quieren mis quejidos sonoros entre sus mandíbulas fortalecidas; quieren probar sus dimensiones de voracidad. Si sobrevivo al abismo que encienden mis deseos, si puedo arrojarme a sus llamas, sin quemarme, entonces, ahí estaré libre de ellos. Si niego a mis deseos, si los evado, si huyo de ellos con el envión de un poderoso viento asustado, no haré más que crear un remolino detrás de mi. No es un chiste, deberé ser muy fuerte, deberé no tener miedo.