miércoles, 18 de abril de 2012

Agujero negro

Vos no creías que era posible la muerte del sol
Otra vez, te guardaste en esas creencias de formas y números
En ese útero imposible de paredes de cristal
Otra vez, olvidaste que ya naciste
Y que en ese entonces tu memoria era un agujero negro vacío
Abriéndose, disponiéndose a aspirarlo todo
Y te quedaste mirando las estrellas fuera de la ciudad
Donde la noche puede hablar y susurrar historias
Mirando el brillo de tus ancestros en el cielo
Recordaste algo, que no es tuyo
No hay nada tuyo, hermano mío.

Y me podrías explicar de dónde viniste?
Y me podrías jurar, que el pasado, fue como te lo contaron?
Si, es cierto, qué importa todo esto?
Cuando afuera hace calor pero hay agua
Cuando tenés hambre y podés saciarla
Cuando hay música y podés cantarla
Qué importa la locura
Cuando nos creemos normales
Aún así, aún así
No dejo de pensar.

miércoles, 11 de abril de 2012

Sensaciones de Muerte


Me desperté con mucha energía esta mañana. Es una mañana hermosa. El sol entra por la ventana y parece que soplara suavemente al teclado y al monitor. Hay una atmósfera de  comienzo, de inicio, muy nítida y tranquila. La gente está durmiendo plenamente después de los festejos de año nuevo de anoche. Pero la verdad es que me desperté con desesperación, con la predisposición de que algo negativo surgiera. Ya desde el primer momento había que solucionar el frío que estaba haciendo en la habitación. Y hasta que la conciencia estuviera lo suficientemente en una vigilia aceptable como para interpretar que había que apagar el ventilador, tardé unos pocos minutos. Después  todo empezó en una caída vertiginosa. Me sentía mal. Era el pecho. El lugar de gestación, de implante del mal, es el pecho. Empecé a sentir como comenzaban a brotar frecuencias extrañas, como cristales de agua aislados, pero contenidos en una misma circunferencia en esa región de el cuerpo. Florecían como gritos, gritos chiquititos, diferentes voces, quejidos, aullidos de habitantes de mi conciencia que aturdida por si misma se iba espantando del destino marcado por el día. Los sentía como pequeños llantos que me acariciaban de dolor, que hacían pequeños remolinitos desde el sitio de donde emergían y dejaban una huella pequeña, como una lastimadura. Me iban hablando muy suavemente, haciéndome como cosquillas de dolor, como advirtiéndome con ternura sobre la amenaza de su próxima generación, la que se dejaba avistar como abismal.
 Era muy rara la cinestesia con los cristales, eran como códigos, y al ser códigos tenían la potencialidad de ser descifrados,  y al ser descifrados quizás destruidos, o al menos controlados. Era como un lenguaje del dolor, como un alfabeto. Pero en ese momento no lo pensé así, en ese momento sólo me resistí. Intenté concentrar la mente en la respiración, pero era traicionar a mis ideas, por más tinte negativo que tuvieran. Me hacía mal. Sentía que estaba ignorando si me salía del foco de mis pensamientos.Yo soy mis pensamientos. Entonces los dejé ser, realmente me entregué y me dispuse a que me volvieran loca. Y fue así, esos cristales empezaron a acumularse en un núcleo, para formar luego puntas de gran tamaño, como cuchillos. Estalactitas que se me iban clavando en diferentes regiones, y que iban formando lafigura de una estrella. Una estrella de varias puntas. Un organismo vivo e inteligente que marcaba territorio, que se incrustaba como en un mástil de su institución. Y cuando la experiencia ya se estaba volviendo cumbre, cuando el dolor ya me estaba quitando la respiración ( pero siempre con una suavidad y una frecuencia muy lenta, tenebrosa ) me di cuenta que esa era una estrella guía. Que era mi estrella. Que era la señal que siempre había ignorado. Que había elegido no verla a pesar de la cantidad innumerable de veces en las que se había manifestado. Entendí a la conciencia expansiva a través del viaje por las sensaciones. Entendí la luminosidad, pero no sólo la entendí desde lo teórico, de hecho fue al revés. Lo sentí, para después interpretarlo y darle lógica en el lenguaje, poder fundirlo con las corrientes de pensamientos que avalan con coherencia a una sensación.  Me maravillé con el triunfo obtenido, con la transformación. Porque  es un triunfo poder alquimizar sensaciones. Sentí la paz de estar en el camino, de estar viendo a mi estrella. Sentí el cuidado de Júpiter. Que siempre está ahí, no te toca, es muy sutil. Pero se hace percibir de alguna manera. Aparece en medio de un cataclismo de oscuridad. Aparece y te pone un foco en el camino de salida. Siempre está. 
Y ahora estoy asustada con todo esta revolución emocional. Me siento como queriendo atrapar a toda la concepción adquirida, a toda la experiencia. Quiero que sea mía, guardarla en un cassette, y volver a escucharla cuando lo desee, como en un reproductor de sensaciones.. Y estoy por eso en la decepción del que intenta cerrar las manos  para apropiársela, pero que no puede ni siquiera tocarla. No se puede tocarla. Está ahí pero se vuelve antagónica y rebelde a esa intención tuya. Como un pájaro que se posa en una rama y puede levantarse volando en cualquier momento. Repentinamente se va. Y te deja la vibración de la rama abandonada, y de la nostalgia  del batido de sus alas, que solo te recuerdan tu inexorable soledad en esta prisión de la dimensión. Sólo queda el paisaje, como un fondo para la memoria. Como el lugar de recreación e inspiración del artista, del escultor de emociones. Un fondo celeste iluminado, brillante, con efectos de sonido de voces de pájaros. Se oyen pero no se ven. Se oyen por todos lados, concierto de voces de pájaros. Como si la guía se hubiese hecho presente y hubiese dejado a sus aliados, a sus secuaces, los pájaros y su canto. Les deja el mensaje. Les deja el recordatorio para dártelo todo el tiempo. Pero su esencia, su inmensidad, se retira. Se retira para que todo lo demás pueda ser. Se retira para no asfixiarte y negarte el infinito. Todo coexistiendo al orden de un director de orquesta que antecede a toda sensación particular. Es la sensación de la Nada. Es el esbozo, es el relato de la Nada. No creo que la Nada se sienta así. Bah, ¿qué estoy diciendo?. La Nada no tiene una identidad unánime en una sensación. Es una de sus posibles reproducciones. Una de sus posibilidades entre las posibilidades cruzadas por tiempo, espacio, dimensiones, voluntades, espíritus, etc. Un sin fin. Todo esto es un sin fin.