viernes, 30 de diciembre de 2011

Sin dueño


Sensaciones de extrañeza a la mañana. De repente me despierto y no encuentro correlación entre mi existencia y el mundo. A veces creo que no somos la misma cosa, que estamos separados por densidades de universos que nos hacen juzgar con miedo, uno al otro ( o  para el caso de mi sensibilidad frente al mundo ).  La traumática transición entre los sueños y y la vigilia. Ese estado intermedio, repleto de ansiedad por encontrar significado, por darle una razón a la obligada correspondencia que hay que otorgar para seguir en esta vida sin volverse loco. Entonces no me queda más que usar el viejo recurso que no falla lo suficiente como para entrar en una completa despersonalización: los recuerdos. Un viaje rápido hacia el pasado, llegar bien hondo, atravesando capa por capa por días de mi vida. Capas de identidades a través de los días que conforman una vida. Cascadas que barren al infinito y dejan ver lo fugaz de la forma de mi existencia. Entonces llegar hasta allá, a ese lugar en donde los límites entre lo que realmente fue y lo difuso, (que parece tanto un recuerdo como un sueño) se tocan. Ahí es donde puedo alcanzar el impulso, cargada por la excitabilidad de todas las membranas atravesadas. Ese impulso que necesito para dispararme como una flecha al futuro. Para visualizar mi objetivo, el blanco perfecto, por el consejo de mis vivencias. Pero entonces me doy cuenta que usar ese método quizás es peor. Mis recuerdos ni siquiera son míos. No soy yo la protagonista. Y ya no basta, llegado este estadio, con usar la frase célebre de Heráclito, y de que un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río. Esas frases se usan como parches psíquicos para seguir justamente, siendo el mismo lo más posible. Para sostener la vieja torre que tras leves amenazas de caer, recibe su dosis de cemento sostenedor. No se puede encontrar paz, ni consuelo cuando estás derrumbándote. Los recuerdos ya no son míos. No son de nadie, se perdieron en la eternidad. Pasan como la neblina, que avanza lentamente y te roza la cara, la respiras, te humedece por dentro, y volves a exhalarla.  Intentas agarrarla con las manos pero sólo le cambias la forma. Pero no le importa, no parece inquietarse por cambiar la forma, vuelve a acomodarse nuevamente, con la misma lentitud y solemnidad inicial. No podes capturarla. No es tuya. Su conformación no te debe nada a vos. Estás fundido. Estás en bancarrota. No hay moneda energética para poder tensar la cuerda, para lanzar la flecha. Esa flecha que se te cae entre las piernas, cae sin fuerza, con desgano y sin rumbo. ¿Quién va a marcar la dirección ahora? ¿ Podes levantar tu cabeza herida, para no seguir tropezándote? Pero no podés... tu mirada se disuelve en las sensaciones nauseabundas de no haber podido lograrlo. El espacio entre vos y lo demás, está hiperpoblado por pensamientos que se eyectan como misiles al más nítido espejo. Te tragas los reflejos. Viajan como misioneros del dolor hasta llegar a un centro. A un centro que los depure, que los alquimice y los transforme. ¿Pero en dónde está ese centro?  Una fuerza centrífuga los dispara antes de que lo toquen. Huyen, escapan de la fuente regeneradora. Nadie quiere aceptar la mortalidad de una identidad. Todos quieren crecer con ella, conquistar con ella, llevarla lo más lejos posible. 

martes, 27 de diciembre de 2011

El loco del pincel manchado


Los arrecifes de coral son como un cuadro en movimiento. En el futuro van a existir cuadros en movimiento con imágenes de corales y peces alrededor . Yo quisiera que me pintaran en un cuadro así. Y alguien me está pintando en un callejón mugriento, lleno de las miserias de las criaturas que son el aborto de las grandes ciudades. Colgajos de sangre, un ser a medio formar. Estoy en el pincel de un enfermo sádico, un borracho que intentando sedar a la tragedia, derrama alcohol sobre sus lienzos. Estoy apareciendo en el mundo así, como una pincelada negro/marrón difusa, borroneada por los vicios, indiferenciada como aquel feto que no llegó a nacer. Jineteando en la tormenta, en la salpicada de óleos de un demente. Me proyecto en la tristeza de los colores, en la falta de esperanza de un solitario. Soy la negación de todo lo que el universo es, pero que aquí no tuvo lugar suficiente para desplegar. 

sábado, 17 de diciembre de 2011

Cajón anecdótico


si algo de mi va a morir
si algo de mi va a crucificarse en el infinito
como una estaca en el viento
como un ancla en el río turbulento
si eso sucede quiero una fiesta
una gran fiesta en un recoveco del universo
una carcajada, un estallido de miradas cómplices entre dioses
quiero banderas de despedida
y canapés de bienvenida
si me das tu olvido
me prometes la fertilidad de ese espacio?

cajón anecdótico, panteón de recuerdos
protege los objetos que escoltaron a mi suerte
protegelos de la brutalidad de la caravana 
sella las hendiduras para que no ingresen las brisas
que como escultoras de su paso
quieren hundirlo de significado
quieren absorber tu antiguo valor
para acreditarle el que ellas diseñen 
cuidado con eso
están tan desganados
que quedó de los esfuerzos de esos entes por perdurar?
esqueletos en la memoria
tumbas de nostalgia salada
confusión mareo y muerte
no se rindan quemando las pocas risas en la pereza
no se queden jugando en la prisión de la perdición
subanse al carruaje el mundo
subanse que está girando rápido
haganlo ahora