lunes, 31 de octubre de 2011

Yo, mi principal intrusa


Calles, árboles, autos, luces, gatos, perros, casas, diarios, basura, propaganda visual, enojos, decepciones, felicidad, falsedad, lujuria, amor, desequilibrio, niño, feto, comerciante insatisfecho,.. Y puedo seguir hasta agotar mis expectativas… y aún así no podría decir nada  y todo al respecto... nada y todo al respecto de esas entidades que se me filtran como mis más fieles creyentes. Todos ellos vienen a mí en búsqueda de un templo en donde rectificar su existencia. Me esperan coronados en sus formas, en sus identidades, en su conciencia forjada… pero todo eso no les alcanza, quieren mi bendición. Y yo me  vuelvo esa confirmación. Mi vida entera se ve aspirada por las ambiciones de la existencia de todos esos seres que pretenden, que necesitan rieles para hacer correr a su dogma. ¿Puedo acordarme de quien soy yo entre tanto acoso? No, me quedo recitando en un estrado hecho de piano, me quedo resonando en la identidad de cada nota que como aullidos de hambre piden forma. La música... de fondo es otra súbita de mi conciencia. Espera mi admiración, espera mi recepción. Mi galería esta plagada de intrusos que ya no logro identificar. Perdidos entre los límites que se tocan, se violan las ideas, copulan las miradas entre el vapor, agua que mutó por el calor de sus latidos. Quieren destruir mi casa, espejar a sus miedos en la materia que los  rodea. Tengo paciencia.
Lava que exacerbada de calor pierde los nombres de quienes alguna vez lo tuvieron, de quienes dispararon el arma que mataba a la duda, y así pintaron sus límites de los colores más soberbios. Pero ahora gatillaron al infinito en su cabeza. Esa no fue una buena idea. La cabeza es la densa cáscara de nuez que protege a su fruto de las garras de la totalidad. La totalidad no tiene piedad al individuo, lo destrona y le disuelve su sensación feudal. Ya no hay más explotación fabril... ahora ninguna plusvalía te puede salvar de tu indiferenciación sin dirección. Consumilas, volve a ser el depredador de la fuerza ajena, volve a creer en las promesas del poder. Volve y sentate en los tronos de huesos y tendones gastados… que desinfectaste para ignorar los ecos portadores de temblantes estampidas de padecimiento.
 No hiciste nada, no creaste nada. ¿A que clase de dios jugaste ser?  Inventaste las reglas de una noción que te perturbaba por violar su propia realidad. Estuviste fútil comiendo las frutas que tentaron a anular a tu imaginación, tomaste el vino que añejado te recordó relojes de alarmas fantasmas. Ahora ellos poblaron a la carne, ahora ellos expusieron su voz, la tiraron al aire. Ya no podes esconderte en tu dimensión de estorbos lúdicos y placeres ilusionistas. ¿Ahora sentís el dolor que sintió tu alimento? Ahora tu estómago invierte sus intereses de obeso impiadoso, cambió tu suerte. ¿Qué iras a pagar próximamente? 

sábado, 15 de octubre de 2011

Espada de la Razón


Constelada por los diamantes de la memoria

Ellos tienen luz propia

Ellos aprendieron a brillar

Les presto mi destino como a un espejo

Para que no olviden sus designios

Independientes de mi, se desprenden seres

Que usaron a mi carne para crecer

Que agotaron el abono de la existencia que me creó

Sólo me dejaron sus cuentos

Los veo despedirse, les tengo que decir adiós

Me cuesta dejarlos ir, ahora de qué me voy a jactar?

Sino tengo a mis espectros, no puedo expandirme

Ellos me colman los abismos con gritos de desesperación

Hay vida, yo encuentro vida en su dolor

Me pierdo del silencio de lo cabal entre sus voces

La música abre horizontes de tristeza

El día no abre los candados de la nostalgia

Exige muerte, exige desinterés

El tiempo nunca espera los caprichos del corazón

se vuelve riguroso y apasionado

Los sollozos son secados con el viento que espera a otras lágrimas

Pero voy a usar a mi mente como a una espada

En retaguardia voy a defender a mi dolor

y voy a escapar, voy a escapar lejos

aunque la muleta del pasado se oxida por la espontaneidad

Puedo caerme, voy a caerme

Salgo corriendo de acá, llego allá

La ley viaja conmigo, está insertada en algún eslabón

perdido por la influencia del principio que anarquiza

Ahora visito nuevos rostros resplandecientes de ilusiones

Ahora me contagio nuevas pestes, nuevos diagramas para enfermar a la mente

El camino hacia la muerte vuelve a empezar

Ahora puedo dudar en paz

Engendrar el misterio que impulsa

a la flecha del sentido

No sé donde me va a encontrar.

La Luna Incómoda


Me perdí en el vendaval del ingenio, de los cauces de ríos perdidos, de los sueños heridos, resentidos.

Me perdí en mares batidos por los rayos del raciocinio. Se crearon oleajes de comunicación confusa, de emocionalidad efusiva.

Me perdí en campos sembrados de Sol amarillo, de miedos por el castigo que nuestro padre impondría con sequías. Me dio miedo su capacidad de tomas decisiones sin escucharme, sin verme. Me dio miedo ser yo quien lo veía por completo, enseguecida por la soberbía de sus rayos. Ojalá no viera nada, pensaba. La conciencia se vuelve una aguja encerrada entre los huesos del cráneo, condenada a la oscuridad.

Fui tan locuaz de mis pesadillas, las deje tomar el camino.

Ahora todo fue destruido, todo quedó con un maullido de fondo que no deja pasar al tiempo, gatos melancólicos en los tejados que el tiempo despintó.

Mis historias se inmolan en mi corazón, se disuelven antes de hacerse palabras.

Pero aun así me esfuerzo y busco verbalizar, busco entonar vocales y consonantes. Sueño con poder afinar ese instrumento emocional, sueño con hacerlo sonar en algún altar de la contemplación. Pero cuando llega la hora de actuar las palabras se me despedazan en la boca, saltan como lava volcánica, se asesinan una a la otra, se vuelven incoherentes, niegan su familiaridad. No esperan a la fotografía del recuerdo. No buscan puntería, solo buscan el impulso de salir. No hay posibilidad de centrarse en la búsqueda de dirección. La confianza se devora a si misma entre tanta necesidad. Confianza y necesidad no son buenas compañeras para dar a luz a las ideas. La confianza necesita un campo abierto para desperdigarse como lluvia de semillas, meteoritos de esperanza que no temen destruirse con los impactos de nuevos mundos; la necesidad se vuelve precavida, implora colchones de endometrio para rozarse en el calor de la sangre que trae el oxigeno de cada día, no quiere mundos inexplorados a los cuales someterse con la posibilidad de extraviar su función que le da identidad. Así en esa transferencia de temores una le cohíbe a la otra su quimera, la vuelve realista, le aniquila su esencia que la mantiene con vida, con conciencia expansiva. La realidad aparece cuando otro aparece con los límites de sus propias fantasías. Y la perversidad de la utilidad de la existencia sigue dejando murmuros de optimismo, de chispa vital, la guía que nos ilumina el techo del infierno, para que podamos seguir el camino y adentrarnos cada vez más en él.

Flecha Extraviada


Una flecha me apunta desde algún lugar. Puedo intuir cómo, pero no cuando va a llegar. En esa dulce escalofriante espera encuentro macromundos en la desesperación. ¿Tendrá la punta de aquella flecha que logro divisar con mi alcance contaminado, el filo necesario para penetrar lo que quiero resguardar? ¿Podrá matarme esa flecha? ¿Que lugar de mi matara? Me entusiasma la idea y entonces en ese entusiasmo surge el valor para crear todo lo que conforma a una vida. Voy incorporando a mi básico entender que esa flecha es la brújula de mi destino. Entro en el fulgor de una conciencia que encuentra sentido. Pero mi sentido está invertido, viene de lo externo, mi centro no está en mí. Entonces, si el programador de mi búsqueda se encuentra afuera, como puedo yo gobernar lo que me pasa, como puedo apoderarme de mi dolor para repudiarlo y evitar su ociosa permanencia. No puedo. Me río ante tal afirmación... me río al ver que todas las estrellas están complotadas mirándome hasta el fin de mis días, en un regocijo eterno por mi padecer. Panópticos dementes que rodean a una sola prisionera de su insuficiente luz.

Entonces aquel día, llega en contingencia aquella flecha condenada. Se funde en mi cuerpo fusionando intenciones, ampliando mundos por la combinación.

Ay lisiada arquera atacada ¿como renunciar a tu sagrado puesto? ¿Como entregar tu núcleo y dejarlo fundir en el universo?

Mi flecha no impacta más que en mi misma, mi flecha me confunde, me ataca, me prohíbe. Ni siquiera yo disparo mi flecha. Quizá ni siquiera sea mía, quizá ninguna de mi acciones sea mía. Quizás tenga que aceptarlo, pero seguramente nunca lo acepte y siga en el embestimiento voraz con un universo que no respeta mi momento, que celoso se interpone, para mostrar su imperioso poderío. Aceptar algo así, es perderse en lo caótico de los inicios, es desperdiciar la oportunidad de nacer, es la cobardía de quien se funde en la compasión con todas las cosas, quien no puede hacer frente, afirmándose a si mismo frente a un padre pervertido que te ventajea en la dualidad que crean.

Aldea Hoguera


La inclemencia del instante aquel que condena a la paz, y la vuelve invisible de la conciencia, que fija irradia en altavoces el dolor del alma. No sé en realidad si la palabra correcta es el alma. No me suena factible ni poético que el alma duela. Si el alma duele entonces todo es mucho más invariable de lo que creemos cuando creemos en dioses y conceptos supremos. El Alma es un concepto supremo. Me está doliendo el momento, me está doliendo la transformación, las astillas que se desprenden de los huesos que maltraté mientras estuve distraída en el entretiempo de la vida. Aúlla la carne entonces, que mensajera de mí destino me advierte veneno derramado por inconstancia de amor. Yo sigo flameando crédula, ilusa y traicionada, las sutilizas que los humanos que quise me bordaron en mis estandartes. Me abandono por el dolor, me cierro a la comprensión en ese momento contemplativo y religioso. Me veo reflejada en todos los demonios que se les ocurra cruzan este altar. Todos son bienvenidos a traer los espejos con los marcos más bonitos, pero con los más horrorosos reflejos. Mis lágrimas proclaman libertadores. Mis sueños hacen propaganda estética e intentan derrocar al oficialismo fraudulento que esta a punto de quebrar. Necesito invocar el poder de la alquimia. Necesito materializar a mis esperanzas. Necesito saber que quizá sea una mentira más... como lo son hoy las que alguna vez militaron en el pasado estremeciéndose con la maravilla que adelantaba la mejor propuesta.

En este momento en donde tengo que derribar los acolchonados parthenones por el fracaso que impone el tiempo, es cuando más vuelvo a creer, por el poder de los ciclos, en el nuevo proyecto arquitectónico. Y ¿cómo empezar a construirlo...que consejos utilizar, a que voces escuchar, a que voces silenciar? ¿mas natural? ¿Más sofisticado? ¿Aplicando ciencia o aplicando intuición? Y mientras uno tiene que hacerse todas esas preguntas en lo único que la mente se pierde es en los posibles revoques que quedarían bien. Pero la sustancia no sabemos que es... no sabemos como formarla, no sabemos como combinarla. Perdida entre esas sutilizas troncales de la vida que encadena mis decisiones a la violencia de las caídas. ¿Podré encontrar la raíz de la ortiga que vuelve a engañarme con la inocencia apariencia de su pelaje envenenado? Necesito cortarla cuando me hiere, porque solo en ese momento puedo vencer el éxtasis que me provoca su seducción. Ojala tu veneno me encandilara tanto como tu esplendor. Pero al final asumo que tu veneno es tu esplendor... y que brilla en la promesa de asesinarme sin relatármelo con espanto... Yo no puedo no sentirme estúpida frente a tal proposición. No puedo no enamorarme. Creo entonces con desmesura que no voy a estar sola en mis reflexiones más profundas y constantes. Que voy a perpetuarte ahí conmigo, como una madre perpetua a su hijo mientras sus necesidades le pertenecen. Y yo creo que tus desechos me pertenecen. Y creo feliz que me necesitas para estropearme, para embellecer tu aldea, para estructurarla en el diagrama emperador de que la obra final de la supervivencia justifica la apatía que necesitan los medios para ser efectivos. Todo se reduce a que soy una súbita de tu imperio, y soy la embajadora de tus cloacas, la consejera de tu conciencia inmutable, lo insondable en tu compasión, la esperanza polar en tu mar de fuego.

Espero poder alejarme de ahí, corriendo en una noche, y no importa que no haya luna y que entonces su mirada no me acompañe. Quiero romperme en tus idealizaciones y escapar en el estruendo caótico. Quiero que tu conciencia no me persiga y me convenza otra vez más de que ese es el mejor lugar y que no sería noble escapar de los designios que nos precedieron.

Entonces me marcho de acá mientras el cataclismo devuelve las formas a sus víctimas. Me marcho y dejo en tu carne los criterios que más te convinieron. Te dejo la pluma, la tinta y la hoja. Te dejo tu fuerza, tu amor y tu destino. Te dejo la esperanza de volverme a encontrar, escrita en el acantilado de una nueva poesía.

Flores



Explosión de color que subyuga mi voluntad… volveme súbita de tu reinado.
Sacame esta autonomía, liberame de la indecisión.
Esclavizame, nutrite de mi padecer. 
Dame utilidad, dame un poco de tu realidad; aunque tengas que convertirte en vampira de mi existencia, aún así tengas que afiebrarme de sin sentido.
Evaporá mi autonomía con tu revolución de calor.
Me niego a existir separada a vos, me niego a tomar una decisión, ya la tomaste vos.
Dejame participar de tu laberinto de ramas secas, dejame perderme ahí y que mi misión sea encontrarte otra vez.
 Prometo hacerlo bien, prometo poder encontrarme en la circunferencia violada de tus hojas ocre, lagrimas del ocaso otoñal.
Y cuando algo me diga que necesito viajar hasta las raíces, voy a descender hasta tus pantanos, entusiasta observadora de realidades negadas por el astro rey, que negligente olvida lo que cree que no le concierne.
Embajadora de tus charcos de barro voy a ofrendar sus transformaciones, combustible de la luz.
Voy a emancipar a mis miedos más arraigados, desprendidos van a perderse entre las súplicas de fusión; derramados van a bordarse en símbolos desconocidos.
Embriagada voy precipitando a los sueños que combaten a los designios de los órdenes superiores. 
Desafiante, me subordino a tus seguridades noumenicas.
Te dejo mis vacilaciones, para que con ellas produzcas el sustrato de tu solemnidad.
Impaciente no creo nada, no creo en la religión que me une a vos… y por esa misma desconfianza es que cedo mi voluntad a tu fortuna.
Me voy... Y espero volver deslizante en tus proyectos de flores de primavera.

El pájaro que canta de noche


El pájaro que relata historias en la noche
Esta ya no parece una buena época para dormir
Es que quizás haya tanto que decir
y hay tan poco para escuchar,
que sería bueno hablarle a tus sueños, piensa él
En esta aurora tapada por las espaldas del mundo
la mente disuelve las rutas de acción
Se tejen esfinges de subordinación
Se desprende el contenido del libro de la papisa
Mi corazón se descongela por tanta velocidad
El canto de aquel intruso onírico me revela lo ineludible
Vuelvo a inquietarme en mi desolada reticencia
(Mi entrega no será súbita)
¡Pero en ella ya no quedó nada señorita!
Allí la luna traiciono a su sol
La boca se tragó al corazón
Y las coronas de tu infancia quedaron como universos inhabitables
En los escenarios que sembraste de miedos
crecieron tus prematuros sucesores
Te desplazaron con la voluntad despiadada de sus deseos
¡Lárgate de ahí! te canta el pájaro en madrugada
Y lo entona con la armonía del que no se escandaliza con sus infiernos
Te recuerda el secreto que dejaste olvidado entre tanta ambición
La remembranza de las historias que desplomaste en bibliotecas oscuras
¡Ay! Hilandero de cadencia en las historias nocturnas
Te acostumbraste a nuestro horror
Te adaptaste a la fatalidad de nuestros excesos
Voy a abrir mi ventana para escucharte mejor
Voy a acostarme en la cama y a entonar tu prosa
Tengo que creer en algo nuevo
por ahí podes ser vos el motín que anhelo
Con el deslizamiento de tu belleza que crece y decrece
voy a trazar un lírico paralelismo
para vocalizar la potencia de mi sangre
arrancarle las pinzas a la razón que tiñen su color
que le sacan la fuerza de la confianza
Así vas dejando los mensajes de la mutabilidad de la existencia
Se va revelando el contrasentido de la razón
La chispa de la vitalidad que se niega a ser contenida
prende fuego el ingenio de los techos de la ciudad amortajada
(salgo de ahí sino quiero quemarme yo también)
La caballería de la noche se va silente junto con la neblina
Me desvanezco en los palacios oceánicos del inconciente
Te encuentro en otro árbol cuando se descolore el día