viernes, 22 de julio de 2011

Martes de tarde


¿Dónde están las almas un martes a la tarde? ¿Dónde se esconden los mundos cuando el sol se queda fijo tras lo gris de sus nubes?
¿Qué hacemos los hijos del cielo con tanta herencia...? quizás acaso nada mejor que mirar aquella paloma que meditativa en su rama, desintegra fantasmas sin darse cuenta.
Mirar las vibraciones de las hojas, que con el viento, trémolo que me devuelve la sensación de identidad que alguna vez algo la hizo volar.
Las ramas están desprovistas de sus hojas, y con orgullo se enaltecen en la máxima desnudez que muestra su simpleza.
Los momentos brotan de una vida que observa y es observada.
Las miradas solo son un intento de sobrevivir. Las paranoias se reducen a una mera necesidad de prolongar esta existencia que ansía más.
Y de repente, esa paloma rompe su meditación, y se vuela, dejando la resonancia de su impulso, impregnando de música al paisaje.
Y yo me quedo en esa miseria en la garganta, de quien necesita encontrar algo inspirador para vivir.
¿Dónde están las ninfas inspiradoras de aquellos padres de la civilización pérdida?
Y si las encuentro, las pierdo... y entonces me renuevo... en esa putrefacción de lo antiguo... que amenaza con llenarme de sus pestes.
Pero zigzagueando voy evadiendo a esos microuniversos que necesitan mi dolor para existir.
En este mundo que está rodeado de muchos... yo encuentro Todo... en la Nada de la razón que los salva.

miércoles, 20 de julio de 2011

Impetu Nocturno


La carga nocturna, esa que recoge todos los velos del día
Las contracturas entre los pensamientos, bucean en los profundo de sus articulaciones
Mercurio escorpiano no da tregua ante el dolor inflamado por aguijones envenenados
El ambiente esta colapsado de ideas que no triunfaron, que se condenaron, que agonizan
Las voces se exacerban en el calor de sus inframundos
Se descuartizan  unas a las otras por el valor de una personalidad no lograda
Y yo que funciono como el hogar a leños que quema todas esas maderas
Suspiro la angustia de lo impreciso, de lo desprovisto de una estabilidad fundada
Y entonces en ese campo en donde vuelan los espantapájaros
Se llora en la aurora que con su vehemencia despierta a las almas
Esas que en los sueños encontraron fundamentos bañados de caótico amparo
 Y así es como se adora aquella Luna que nos arropa en fantasías
Y se detesta a ese Sol que nos empuja a la crudeza de la identidad
Quedémonos eternamente en aquel útero
Aquel que cree poder anestesiar la muerte
Con las promesas de una aséptica fusión
Conjurando que ya no importa lo ajeno del alrededor.