viernes, 30 de diciembre de 2011

Sin dueño


Sensaciones de extrañeza a la mañana. De repente me despierto y no encuentro correlación entre mi existencia y el mundo. A veces creo que no somos la misma cosa, que estamos separados por densidades de universos que nos hacen juzgar con miedo, uno al otro ( o  para el caso de mi sensibilidad frente al mundo ).  La traumática transición entre los sueños y y la vigilia. Ese estado intermedio, repleto de ansiedad por encontrar significado, por darle una razón a la obligada correspondencia que hay que otorgar para seguir en esta vida sin volverse loco. Entonces no me queda más que usar el viejo recurso que no falla lo suficiente como para entrar en una completa despersonalización: los recuerdos. Un viaje rápido hacia el pasado, llegar bien hondo, atravesando capa por capa por días de mi vida. Capas de identidades a través de los días que conforman una vida. Cascadas que barren al infinito y dejan ver lo fugaz de la forma de mi existencia. Entonces llegar hasta allá, a ese lugar en donde los límites entre lo que realmente fue y lo difuso, (que parece tanto un recuerdo como un sueño) se tocan. Ahí es donde puedo alcanzar el impulso, cargada por la excitabilidad de todas las membranas atravesadas. Ese impulso que necesito para dispararme como una flecha al futuro. Para visualizar mi objetivo, el blanco perfecto, por el consejo de mis vivencias. Pero entonces me doy cuenta que usar ese método quizás es peor. Mis recuerdos ni siquiera son míos. No soy yo la protagonista. Y ya no basta, llegado este estadio, con usar la frase célebre de Heráclito, y de que un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río. Esas frases se usan como parches psíquicos para seguir justamente, siendo el mismo lo más posible. Para sostener la vieja torre que tras leves amenazas de caer, recibe su dosis de cemento sostenedor. No se puede encontrar paz, ni consuelo cuando estás derrumbándote. Los recuerdos ya no son míos. No son de nadie, se perdieron en la eternidad. Pasan como la neblina, que avanza lentamente y te roza la cara, la respiras, te humedece por dentro, y volves a exhalarla.  Intentas agarrarla con las manos pero sólo le cambias la forma. Pero no le importa, no parece inquietarse por cambiar la forma, vuelve a acomodarse nuevamente, con la misma lentitud y solemnidad inicial. No podes capturarla. No es tuya. Su conformación no te debe nada a vos. Estás fundido. Estás en bancarrota. No hay moneda energética para poder tensar la cuerda, para lanzar la flecha. Esa flecha que se te cae entre las piernas, cae sin fuerza, con desgano y sin rumbo. ¿Quién va a marcar la dirección ahora? ¿ Podes levantar tu cabeza herida, para no seguir tropezándote? Pero no podés... tu mirada se disuelve en las sensaciones nauseabundas de no haber podido lograrlo. El espacio entre vos y lo demás, está hiperpoblado por pensamientos que se eyectan como misiles al más nítido espejo. Te tragas los reflejos. Viajan como misioneros del dolor hasta llegar a un centro. A un centro que los depure, que los alquimice y los transforme. ¿Pero en dónde está ese centro?  Una fuerza centrífuga los dispara antes de que lo toquen. Huyen, escapan de la fuente regeneradora. Nadie quiere aceptar la mortalidad de una identidad. Todos quieren crecer con ella, conquistar con ella, llevarla lo más lejos posible. 

martes, 27 de diciembre de 2011

El loco del pincel manchado


Los arrecifes de coral son como un cuadro en movimiento. En el futuro van a existir cuadros en movimiento con imágenes de corales y peces alrededor . Yo quisiera que me pintaran en un cuadro así. Y alguien me está pintando en un callejón mugriento, lleno de las miserias de las criaturas que son el aborto de las grandes ciudades. Colgajos de sangre, un ser a medio formar. Estoy en el pincel de un enfermo sádico, un borracho que intentando sedar a la tragedia, derrama alcohol sobre sus lienzos. Estoy apareciendo en el mundo así, como una pincelada negro/marrón difusa, borroneada por los vicios, indiferenciada como aquel feto que no llegó a nacer. Jineteando en la tormenta, en la salpicada de óleos de un demente. Me proyecto en la tristeza de los colores, en la falta de esperanza de un solitario. Soy la negación de todo lo que el universo es, pero que aquí no tuvo lugar suficiente para desplegar. 

sábado, 17 de diciembre de 2011

Cajón anecdótico


si algo de mi va a morir
si algo de mi va a crucificarse en el infinito
como una estaca en el viento
como un ancla en el río turbulento
si eso sucede quiero una fiesta
una gran fiesta en un recoveco del universo
una carcajada, un estallido de miradas cómplices entre dioses
quiero banderas de despedida
y canapés de bienvenida
si me das tu olvido
me prometes la fertilidad de ese espacio?

cajón anecdótico, panteón de recuerdos
protege los objetos que escoltaron a mi suerte
protegelos de la brutalidad de la caravana 
sella las hendiduras para que no ingresen las brisas
que como escultoras de su paso
quieren hundirlo de significado
quieren absorber tu antiguo valor
para acreditarle el que ellas diseñen 
cuidado con eso
están tan desganados
que quedó de los esfuerzos de esos entes por perdurar?
esqueletos en la memoria
tumbas de nostalgia salada
confusión mareo y muerte
no se rindan quemando las pocas risas en la pereza
no se queden jugando en la prisión de la perdición
subanse al carruaje el mundo
subanse que está girando rápido
haganlo ahora

jueves, 17 de noviembre de 2011

Autor del terrón de azúcar


En la demanda inconsciente de no poder cambiar, de no poder elegir en plenitud  a las vibraciones que yo considere apropiadas para ese momento.
El autoritarismo de un yo que no se rehúsa a abandonarme. pero que no evita cuestionarse su función todo el tiempo.Está rígido, y seguro de que va quedarse, resistiendo las presiones de lo novedoso, acusándolas de desestructurante y peligoroso para la estabilidad.
 Tiene razón... y su lógica me la frota por las narices, adaptándome a sus mandatos, seduciéndome con promesas de placer mundano, entretenedor, hipnótico; para no sentir el olor a podrido de las viejas ideas. Es su ideología de supervivencia... y yo soy tan permeable a las ideologías... No creo merecer cuestionarlas. Me basta con que me pongan su dolor al frente y me digan que lo que idealizan, lo necesitan para sentirse mejor, afianzar sus vidas en la esfera bélica.
 No tengo interés en polarizar mi identidad a tal punto de no poder ver al otro. Aunque a veces me poseo por el odio, me poseo y quiero que aquel que habla trague sus palabras como cuchillas que se clavan en cada contracción esofágica.
 A veces no puedo negar que la prosperidad en la existencia del otro me fastidia y me envenena.
 Como si mis propias ideas fueran bombardeadas, y su castillo se desmoronara junto a los gritos que intentan hacer reinar su razón solo por elevar su voz, por confiarle rigurosidad a la vibración de un sonido.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Vampireza muerta


Quedaron muchas cosas sobre la mesa cuando la gracia se fue. Estuve días pensando que hacer con todos esos retratos, cántaros de nostalgia. Navegué largos cauces de negación por lo perdido, inhalando las esencias que esos objetos huérfanos le lamentan al aire. Conocí íntimamente a los hilanderos de mis frustraciones. Padecí escuchándolos, rocé locuras silenciosas, obsesivas en  su perversa sutiliza de autoconservación. Expandí a mis infiernos hasta que no quedaron más cielos. El aroma que de las flores surgía como fuerza de su vitalidad, se convirtió en la pestilencia de la que hablaron sus restos. Pero nunca dejé de observar, nunca pensé en abandonar la alcoba de la contemplación dramática, nunca dejé de deleitarme en lo efusivo de cada escena. Y en esa voluntad de pertenecerle a las circunstancias, llegue a convertirme en el mago que  puede alquimizarle el sentido a los elementos que el destino le pone en su mesa. Arrojé mis antiguos ropajes, me hipnoticé con los símbolos que habitan en los colores de mis nuevas vestimentas. Jugué hasta perder el eslabón que representa a la conciencia,  la encargada de la eterna condena a la percepción de lo conocido, de lo estimable hasta el hastío. Las antenas que erguía mi antigua prevención afectiva, sumaron el talento de la receptividad para escuchar a las ansias de dirección que susurra la nueva vida. Y yo sé que no puedo quedarme sola otra vez. Ignorando las voces de los que me acompañan, forzando sus deseos a la realización de los míos, perdiendo velocidad por el rozamiento de sus  negaciones. Esta vez tengo que ir tan lejos, que tengo que ir acompañada por la complicidad de mis sombras. Mi corazón orquesta con sus latidos a esta naciente opera, encuentro de agudos y graves, se adueña de la distancia que los separa, les quema sus kilómetros en una continua resonancia, lluvia de espejos con distintos reflejos.
Entre tanta inspiración mi mesa ya no es el muro de los lamentos con los cuales atraigo a la culpa, vampireza de la virtud que trae la insurrección de los modernos ciclos. Ahora lo que era el preludio de mis peores pesadillas, se convirtió en el laboratorio de ensueño dirigido. Mi campo de acción preferido, la hoguera de los miedos que no se animan a esculpir sus colinas. Ahora voy a quedarme en el pico de esas montañas, dentro de sus sombreros de nieve. Me voy a helar hasta congelar la sangre, hasta asustar al corazón. Voy a llamar a la muerte hasta conocerle la cara. Voy a tentar su aparición hasta agobiarla, hasta que crea que soy digna de indiferencia. Allí, en ese momento fuera de lo establecido por mi cordura más tirana, voy a conjugarme con ella, voy a perder  la sobrevaloración de mi muerte. Voy a liberarme de lo límites de la carne temerosa. Voy ajustarme a otra ley, para volver a romper, y reencontrarme con la nueva función de alguna vieja herramienta de mis pulsiones.

lunes, 31 de octubre de 2011

Yo, mi principal intrusa


Calles, árboles, autos, luces, gatos, perros, casas, diarios, basura, propaganda visual, enojos, decepciones, felicidad, falsedad, lujuria, amor, desequilibrio, niño, feto, comerciante insatisfecho,.. Y puedo seguir hasta agotar mis expectativas… y aún así no podría decir nada  y todo al respecto... nada y todo al respecto de esas entidades que se me filtran como mis más fieles creyentes. Todos ellos vienen a mí en búsqueda de un templo en donde rectificar su existencia. Me esperan coronados en sus formas, en sus identidades, en su conciencia forjada… pero todo eso no les alcanza, quieren mi bendición. Y yo me  vuelvo esa confirmación. Mi vida entera se ve aspirada por las ambiciones de la existencia de todos esos seres que pretenden, que necesitan rieles para hacer correr a su dogma. ¿Puedo acordarme de quien soy yo entre tanto acoso? No, me quedo recitando en un estrado hecho de piano, me quedo resonando en la identidad de cada nota que como aullidos de hambre piden forma. La música... de fondo es otra súbita de mi conciencia. Espera mi admiración, espera mi recepción. Mi galería esta plagada de intrusos que ya no logro identificar. Perdidos entre los límites que se tocan, se violan las ideas, copulan las miradas entre el vapor, agua que mutó por el calor de sus latidos. Quieren destruir mi casa, espejar a sus miedos en la materia que los  rodea. Tengo paciencia.
Lava que exacerbada de calor pierde los nombres de quienes alguna vez lo tuvieron, de quienes dispararon el arma que mataba a la duda, y así pintaron sus límites de los colores más soberbios. Pero ahora gatillaron al infinito en su cabeza. Esa no fue una buena idea. La cabeza es la densa cáscara de nuez que protege a su fruto de las garras de la totalidad. La totalidad no tiene piedad al individuo, lo destrona y le disuelve su sensación feudal. Ya no hay más explotación fabril... ahora ninguna plusvalía te puede salvar de tu indiferenciación sin dirección. Consumilas, volve a ser el depredador de la fuerza ajena, volve a creer en las promesas del poder. Volve y sentate en los tronos de huesos y tendones gastados… que desinfectaste para ignorar los ecos portadores de temblantes estampidas de padecimiento.
 No hiciste nada, no creaste nada. ¿A que clase de dios jugaste ser?  Inventaste las reglas de una noción que te perturbaba por violar su propia realidad. Estuviste fútil comiendo las frutas que tentaron a anular a tu imaginación, tomaste el vino que añejado te recordó relojes de alarmas fantasmas. Ahora ellos poblaron a la carne, ahora ellos expusieron su voz, la tiraron al aire. Ya no podes esconderte en tu dimensión de estorbos lúdicos y placeres ilusionistas. ¿Ahora sentís el dolor que sintió tu alimento? Ahora tu estómago invierte sus intereses de obeso impiadoso, cambió tu suerte. ¿Qué iras a pagar próximamente? 

sábado, 15 de octubre de 2011

Espada de la Razón


Constelada por los diamantes de la memoria

Ellos tienen luz propia

Ellos aprendieron a brillar

Les presto mi destino como a un espejo

Para que no olviden sus designios

Independientes de mi, se desprenden seres

Que usaron a mi carne para crecer

Que agotaron el abono de la existencia que me creó

Sólo me dejaron sus cuentos

Los veo despedirse, les tengo que decir adiós

Me cuesta dejarlos ir, ahora de qué me voy a jactar?

Sino tengo a mis espectros, no puedo expandirme

Ellos me colman los abismos con gritos de desesperación

Hay vida, yo encuentro vida en su dolor

Me pierdo del silencio de lo cabal entre sus voces

La música abre horizontes de tristeza

El día no abre los candados de la nostalgia

Exige muerte, exige desinterés

El tiempo nunca espera los caprichos del corazón

se vuelve riguroso y apasionado

Los sollozos son secados con el viento que espera a otras lágrimas

Pero voy a usar a mi mente como a una espada

En retaguardia voy a defender a mi dolor

y voy a escapar, voy a escapar lejos

aunque la muleta del pasado se oxida por la espontaneidad

Puedo caerme, voy a caerme

Salgo corriendo de acá, llego allá

La ley viaja conmigo, está insertada en algún eslabón

perdido por la influencia del principio que anarquiza

Ahora visito nuevos rostros resplandecientes de ilusiones

Ahora me contagio nuevas pestes, nuevos diagramas para enfermar a la mente

El camino hacia la muerte vuelve a empezar

Ahora puedo dudar en paz

Engendrar el misterio que impulsa

a la flecha del sentido

No sé donde me va a encontrar.

La Luna Incómoda


Me perdí en el vendaval del ingenio, de los cauces de ríos perdidos, de los sueños heridos, resentidos.

Me perdí en mares batidos por los rayos del raciocinio. Se crearon oleajes de comunicación confusa, de emocionalidad efusiva.

Me perdí en campos sembrados de Sol amarillo, de miedos por el castigo que nuestro padre impondría con sequías. Me dio miedo su capacidad de tomas decisiones sin escucharme, sin verme. Me dio miedo ser yo quien lo veía por completo, enseguecida por la soberbía de sus rayos. Ojalá no viera nada, pensaba. La conciencia se vuelve una aguja encerrada entre los huesos del cráneo, condenada a la oscuridad.

Fui tan locuaz de mis pesadillas, las deje tomar el camino.

Ahora todo fue destruido, todo quedó con un maullido de fondo que no deja pasar al tiempo, gatos melancólicos en los tejados que el tiempo despintó.

Mis historias se inmolan en mi corazón, se disuelven antes de hacerse palabras.

Pero aun así me esfuerzo y busco verbalizar, busco entonar vocales y consonantes. Sueño con poder afinar ese instrumento emocional, sueño con hacerlo sonar en algún altar de la contemplación. Pero cuando llega la hora de actuar las palabras se me despedazan en la boca, saltan como lava volcánica, se asesinan una a la otra, se vuelven incoherentes, niegan su familiaridad. No esperan a la fotografía del recuerdo. No buscan puntería, solo buscan el impulso de salir. No hay posibilidad de centrarse en la búsqueda de dirección. La confianza se devora a si misma entre tanta necesidad. Confianza y necesidad no son buenas compañeras para dar a luz a las ideas. La confianza necesita un campo abierto para desperdigarse como lluvia de semillas, meteoritos de esperanza que no temen destruirse con los impactos de nuevos mundos; la necesidad se vuelve precavida, implora colchones de endometrio para rozarse en el calor de la sangre que trae el oxigeno de cada día, no quiere mundos inexplorados a los cuales someterse con la posibilidad de extraviar su función que le da identidad. Así en esa transferencia de temores una le cohíbe a la otra su quimera, la vuelve realista, le aniquila su esencia que la mantiene con vida, con conciencia expansiva. La realidad aparece cuando otro aparece con los límites de sus propias fantasías. Y la perversidad de la utilidad de la existencia sigue dejando murmuros de optimismo, de chispa vital, la guía que nos ilumina el techo del infierno, para que podamos seguir el camino y adentrarnos cada vez más en él.

Flecha Extraviada


Una flecha me apunta desde algún lugar. Puedo intuir cómo, pero no cuando va a llegar. En esa dulce escalofriante espera encuentro macromundos en la desesperación. ¿Tendrá la punta de aquella flecha que logro divisar con mi alcance contaminado, el filo necesario para penetrar lo que quiero resguardar? ¿Podrá matarme esa flecha? ¿Que lugar de mi matara? Me entusiasma la idea y entonces en ese entusiasmo surge el valor para crear todo lo que conforma a una vida. Voy incorporando a mi básico entender que esa flecha es la brújula de mi destino. Entro en el fulgor de una conciencia que encuentra sentido. Pero mi sentido está invertido, viene de lo externo, mi centro no está en mí. Entonces, si el programador de mi búsqueda se encuentra afuera, como puedo yo gobernar lo que me pasa, como puedo apoderarme de mi dolor para repudiarlo y evitar su ociosa permanencia. No puedo. Me río ante tal afirmación... me río al ver que todas las estrellas están complotadas mirándome hasta el fin de mis días, en un regocijo eterno por mi padecer. Panópticos dementes que rodean a una sola prisionera de su insuficiente luz.

Entonces aquel día, llega en contingencia aquella flecha condenada. Se funde en mi cuerpo fusionando intenciones, ampliando mundos por la combinación.

Ay lisiada arquera atacada ¿como renunciar a tu sagrado puesto? ¿Como entregar tu núcleo y dejarlo fundir en el universo?

Mi flecha no impacta más que en mi misma, mi flecha me confunde, me ataca, me prohíbe. Ni siquiera yo disparo mi flecha. Quizá ni siquiera sea mía, quizá ninguna de mi acciones sea mía. Quizás tenga que aceptarlo, pero seguramente nunca lo acepte y siga en el embestimiento voraz con un universo que no respeta mi momento, que celoso se interpone, para mostrar su imperioso poderío. Aceptar algo así, es perderse en lo caótico de los inicios, es desperdiciar la oportunidad de nacer, es la cobardía de quien se funde en la compasión con todas las cosas, quien no puede hacer frente, afirmándose a si mismo frente a un padre pervertido que te ventajea en la dualidad que crean.

Aldea Hoguera


La inclemencia del instante aquel que condena a la paz, y la vuelve invisible de la conciencia, que fija irradia en altavoces el dolor del alma. No sé en realidad si la palabra correcta es el alma. No me suena factible ni poético que el alma duela. Si el alma duele entonces todo es mucho más invariable de lo que creemos cuando creemos en dioses y conceptos supremos. El Alma es un concepto supremo. Me está doliendo el momento, me está doliendo la transformación, las astillas que se desprenden de los huesos que maltraté mientras estuve distraída en el entretiempo de la vida. Aúlla la carne entonces, que mensajera de mí destino me advierte veneno derramado por inconstancia de amor. Yo sigo flameando crédula, ilusa y traicionada, las sutilizas que los humanos que quise me bordaron en mis estandartes. Me abandono por el dolor, me cierro a la comprensión en ese momento contemplativo y religioso. Me veo reflejada en todos los demonios que se les ocurra cruzan este altar. Todos son bienvenidos a traer los espejos con los marcos más bonitos, pero con los más horrorosos reflejos. Mis lágrimas proclaman libertadores. Mis sueños hacen propaganda estética e intentan derrocar al oficialismo fraudulento que esta a punto de quebrar. Necesito invocar el poder de la alquimia. Necesito materializar a mis esperanzas. Necesito saber que quizá sea una mentira más... como lo son hoy las que alguna vez militaron en el pasado estremeciéndose con la maravilla que adelantaba la mejor propuesta.

En este momento en donde tengo que derribar los acolchonados parthenones por el fracaso que impone el tiempo, es cuando más vuelvo a creer, por el poder de los ciclos, en el nuevo proyecto arquitectónico. Y ¿cómo empezar a construirlo...que consejos utilizar, a que voces escuchar, a que voces silenciar? ¿mas natural? ¿Más sofisticado? ¿Aplicando ciencia o aplicando intuición? Y mientras uno tiene que hacerse todas esas preguntas en lo único que la mente se pierde es en los posibles revoques que quedarían bien. Pero la sustancia no sabemos que es... no sabemos como formarla, no sabemos como combinarla. Perdida entre esas sutilizas troncales de la vida que encadena mis decisiones a la violencia de las caídas. ¿Podré encontrar la raíz de la ortiga que vuelve a engañarme con la inocencia apariencia de su pelaje envenenado? Necesito cortarla cuando me hiere, porque solo en ese momento puedo vencer el éxtasis que me provoca su seducción. Ojala tu veneno me encandilara tanto como tu esplendor. Pero al final asumo que tu veneno es tu esplendor... y que brilla en la promesa de asesinarme sin relatármelo con espanto... Yo no puedo no sentirme estúpida frente a tal proposición. No puedo no enamorarme. Creo entonces con desmesura que no voy a estar sola en mis reflexiones más profundas y constantes. Que voy a perpetuarte ahí conmigo, como una madre perpetua a su hijo mientras sus necesidades le pertenecen. Y yo creo que tus desechos me pertenecen. Y creo feliz que me necesitas para estropearme, para embellecer tu aldea, para estructurarla en el diagrama emperador de que la obra final de la supervivencia justifica la apatía que necesitan los medios para ser efectivos. Todo se reduce a que soy una súbita de tu imperio, y soy la embajadora de tus cloacas, la consejera de tu conciencia inmutable, lo insondable en tu compasión, la esperanza polar en tu mar de fuego.

Espero poder alejarme de ahí, corriendo en una noche, y no importa que no haya luna y que entonces su mirada no me acompañe. Quiero romperme en tus idealizaciones y escapar en el estruendo caótico. Quiero que tu conciencia no me persiga y me convenza otra vez más de que ese es el mejor lugar y que no sería noble escapar de los designios que nos precedieron.

Entonces me marcho de acá mientras el cataclismo devuelve las formas a sus víctimas. Me marcho y dejo en tu carne los criterios que más te convinieron. Te dejo la pluma, la tinta y la hoja. Te dejo tu fuerza, tu amor y tu destino. Te dejo la esperanza de volverme a encontrar, escrita en el acantilado de una nueva poesía.

Flores



Explosión de color que subyuga mi voluntad… volveme súbita de tu reinado.
Sacame esta autonomía, liberame de la indecisión.
Esclavizame, nutrite de mi padecer. 
Dame utilidad, dame un poco de tu realidad; aunque tengas que convertirte en vampira de mi existencia, aún así tengas que afiebrarme de sin sentido.
Evaporá mi autonomía con tu revolución de calor.
Me niego a existir separada a vos, me niego a tomar una decisión, ya la tomaste vos.
Dejame participar de tu laberinto de ramas secas, dejame perderme ahí y que mi misión sea encontrarte otra vez.
 Prometo hacerlo bien, prometo poder encontrarme en la circunferencia violada de tus hojas ocre, lagrimas del ocaso otoñal.
Y cuando algo me diga que necesito viajar hasta las raíces, voy a descender hasta tus pantanos, entusiasta observadora de realidades negadas por el astro rey, que negligente olvida lo que cree que no le concierne.
Embajadora de tus charcos de barro voy a ofrendar sus transformaciones, combustible de la luz.
Voy a emancipar a mis miedos más arraigados, desprendidos van a perderse entre las súplicas de fusión; derramados van a bordarse en símbolos desconocidos.
Embriagada voy precipitando a los sueños que combaten a los designios de los órdenes superiores. 
Desafiante, me subordino a tus seguridades noumenicas.
Te dejo mis vacilaciones, para que con ellas produzcas el sustrato de tu solemnidad.
Impaciente no creo nada, no creo en la religión que me une a vos… y por esa misma desconfianza es que cedo mi voluntad a tu fortuna.
Me voy... Y espero volver deslizante en tus proyectos de flores de primavera.

El pájaro que canta de noche


El pájaro que relata historias en la noche
Esta ya no parece una buena época para dormir
Es que quizás haya tanto que decir
y hay tan poco para escuchar,
que sería bueno hablarle a tus sueños, piensa él
En esta aurora tapada por las espaldas del mundo
la mente disuelve las rutas de acción
Se tejen esfinges de subordinación
Se desprende el contenido del libro de la papisa
Mi corazón se descongela por tanta velocidad
El canto de aquel intruso onírico me revela lo ineludible
Vuelvo a inquietarme en mi desolada reticencia
(Mi entrega no será súbita)
¡Pero en ella ya no quedó nada señorita!
Allí la luna traiciono a su sol
La boca se tragó al corazón
Y las coronas de tu infancia quedaron como universos inhabitables
En los escenarios que sembraste de miedos
crecieron tus prematuros sucesores
Te desplazaron con la voluntad despiadada de sus deseos
¡Lárgate de ahí! te canta el pájaro en madrugada
Y lo entona con la armonía del que no se escandaliza con sus infiernos
Te recuerda el secreto que dejaste olvidado entre tanta ambición
La remembranza de las historias que desplomaste en bibliotecas oscuras
¡Ay! Hilandero de cadencia en las historias nocturnas
Te acostumbraste a nuestro horror
Te adaptaste a la fatalidad de nuestros excesos
Voy a abrir mi ventana para escucharte mejor
Voy a acostarme en la cama y a entonar tu prosa
Tengo que creer en algo nuevo
por ahí podes ser vos el motín que anhelo
Con el deslizamiento de tu belleza que crece y decrece
voy a trazar un lírico paralelismo
para vocalizar la potencia de mi sangre
arrancarle las pinzas a la razón que tiñen su color
que le sacan la fuerza de la confianza
Así vas dejando los mensajes de la mutabilidad de la existencia
Se va revelando el contrasentido de la razón
La chispa de la vitalidad que se niega a ser contenida
prende fuego el ingenio de los techos de la ciudad amortajada
(salgo de ahí sino quiero quemarme yo también)
La caballería de la noche se va silente junto con la neblina
Me desvanezco en los palacios oceánicos del inconciente
Te encuentro en otro árbol cuando se descolore el día

jueves, 25 de agosto de 2011

Menguante


Mis ojos se abren y atrapan destinos
Se cierran y expanden caminos
Me fío de mi exagerada confianza
Y me retraigo en lo salvaje de la incertidumbre.

Convierto en cuadros a esta nostalgia insoportable
Relato cuentos que se germinan en la memoria
La música clásica desentierra escenarios
Se van labrando las identidades de personajes
Que ausentes nunca me salvaron.

Me vuelvo a perder en la intensidad
De un momento que promete
En la presencia durante la intermitencia
Y se abruma de sus falsas promesas.

Intercambio de miradas con esos pequeños niños
Que cómplices me confiesan sus indecentes deseos
Mujeres hechizan con sus encantos
Hombres que persuaden con su fuerza
Todo se filtra con conciencia ignominiosa
Y se desea con tanta intensidad como se siente a la culpa.

Pero vuelvo a alguna cabaña de agua calma
En donde puedo naufragar sin peligros de viles oleajes
Me acuesto en esa cama que llena de aromas de una época
Resguarda amarillentos y cálidos recuerdos
Dispuestos a extinguirse en el sosiego de los sueños
En un viaje de tregua y fatal entrega.

lunes, 15 de agosto de 2011

Calesita


La simpleza del impulso que arremete
Que va eclipsando a las emociones
En esa porción del tiempo en donde sus rayos iluminan,
sus oscuridades digieren las deudas de sus vanidades
Itinerario penoso al que se somete;
sólo para que un trueno retumbe en algún corazón desconocido,
cambiando configuraciones,
asintiendo al afán rígido del destino
Todo se vuelve complejo
Y la premisa inicial se disuelve en lo tóxico de lo fabril
La evolución y sus millares de calaveras masticadas,
que aparecen en los sueños, que se disfrazan en los días
Las ruedas giran, giran, giran.
Shock hipnótico que dura toda una vida.

miércoles, 3 de agosto de 2011

El lustre de la sombra.


La tentación de encontrarse en todas las cosas, de no mirar hacia adentro, de perderse en detalles que entretienen.
El cetro de algún reino interno que esgrime a la culpa para atemorizarte por tu desleal accionar.
Cascadas de mundos ambiciosos intentan adueñarse del poco aire que hay para destruirte un poco más
La fuerza de la decisión que se enfrenta a la fuerza de la duda.
Las creaciones artísticas que se encienden en las chispas de aquellas fricciones.
Todas ellas en una danza que se derrite en su eternidad.
Extrañas calles que dejan ver las luces que se asoman de esas ventanas en apartamentos inmigrados.
Esos están cargados de sensaciones que no concluyen, que coronan la noche, que condenan al día.
Lo indefinido pare crías buscando una definición, y lo caótico parece tomar forma en la extensión.
Las promesas que nos deja ver el futuro, las nostalgias que nos esconde el pasado.
La memoria se enfurece contra las construcciones sólidas de lo sucedido.
Ferviente enemiga de los detalles nos trae un plato de pura esencia cálida y deseable.
Y yo que desconfío por su ingratitud,
invento funestas historias que nunca sucedieron, solo para contrariarla.
Por eso que en toda esta ambición desmedida e incurable,
yo encuentro a mi sol en aquella estrella que con su lejano brillo,
me repite en un constante centelleo lo dramático de las historias pasadas,
de esas mujeres que como yo, deseamos sentir al sol en el lustre de la sombra.

viernes, 22 de julio de 2011

Martes de tarde


¿Dónde están las almas un martes a la tarde? ¿Dónde se esconden los mundos cuando el sol se queda fijo tras lo gris de sus nubes?
¿Qué hacemos los hijos del cielo con tanta herencia...? quizás acaso nada mejor que mirar aquella paloma que meditativa en su rama, desintegra fantasmas sin darse cuenta.
Mirar las vibraciones de las hojas, que con el viento, trémolo que me devuelve la sensación de identidad que alguna vez algo la hizo volar.
Las ramas están desprovistas de sus hojas, y con orgullo se enaltecen en la máxima desnudez que muestra su simpleza.
Los momentos brotan de una vida que observa y es observada.
Las miradas solo son un intento de sobrevivir. Las paranoias se reducen a una mera necesidad de prolongar esta existencia que ansía más.
Y de repente, esa paloma rompe su meditación, y se vuela, dejando la resonancia de su impulso, impregnando de música al paisaje.
Y yo me quedo en esa miseria en la garganta, de quien necesita encontrar algo inspirador para vivir.
¿Dónde están las ninfas inspiradoras de aquellos padres de la civilización pérdida?
Y si las encuentro, las pierdo... y entonces me renuevo... en esa putrefacción de lo antiguo... que amenaza con llenarme de sus pestes.
Pero zigzagueando voy evadiendo a esos microuniversos que necesitan mi dolor para existir.
En este mundo que está rodeado de muchos... yo encuentro Todo... en la Nada de la razón que los salva.

miércoles, 20 de julio de 2011

Impetu Nocturno


La carga nocturna, esa que recoge todos los velos del día
Las contracturas entre los pensamientos, bucean en los profundo de sus articulaciones
Mercurio escorpiano no da tregua ante el dolor inflamado por aguijones envenenados
El ambiente esta colapsado de ideas que no triunfaron, que se condenaron, que agonizan
Las voces se exacerban en el calor de sus inframundos
Se descuartizan  unas a las otras por el valor de una personalidad no lograda
Y yo que funciono como el hogar a leños que quema todas esas maderas
Suspiro la angustia de lo impreciso, de lo desprovisto de una estabilidad fundada
Y entonces en ese campo en donde vuelan los espantapájaros
Se llora en la aurora que con su vehemencia despierta a las almas
Esas que en los sueños encontraron fundamentos bañados de caótico amparo
 Y así es como se adora aquella Luna que nos arropa en fantasías
Y se detesta a ese Sol que nos empuja a la crudeza de la identidad
Quedémonos eternamente en aquel útero
Aquel que cree poder anestesiar la muerte
Con las promesas de una aséptica fusión
Conjurando que ya no importa lo ajeno del alrededor.